Nobuyoshi Araki

El fotógrafo japonés subversivo Nobuyoshi Araki nació en Tokio en 1940. Estudió en la Universidad de Chiba y se graduó en 1963 como ingeniero especializado en fotografía y dirección cinematográfica. 

Su carrera como fotógrafo comenzó en la agencia de publicidad Dentsu antes de concentrarse únicamente en el aspecto artístico y creativo de la fotografía, que practica y desarrolla desde 1965.

Araki, este nombre suena como una llamada a la anarquía, y con razón ya que el artista lo sugiere el mismo,  jugando con la ortografía de la palabra que se convierte en “anaki". Sus fotografías están inspiradas por la cultura y los medios de comunicación japoneses. En color o en blanco y negro, el artista captura la esencia de Tokio desde todos sus ángulos.

Fotografiandolo todo sin parar, Araki está considerado como uno de los artistas contemporáneos más prolíficos. Pública principalmente sus fotografías en libros, más de 350 en total, constituyendo una colección fenomenal donde cada imagen se distingue por una estética propia, jugando con los formatos o las portadas.

En 1971, Araki se casa con la ensayista Aoki Yoko, tan descarada y atrevida como él. Juntos, forman una pareja impertinente y muy creativa. Después de su boda, Araki publica una serie de fotografías relatando su luna de miel a medio camino entre ficción y reportaje. Titulada "Viaje sentimental", esta historia en imágenes marcará el inicio de la carrera de Araki. Años más tarde en 1990, Araki le dará una triste secuela, “Voyage d'Hiver", donde inmortaliza los últimos días de Yoko, que padece un cáncer de útero. Una serie desgarradora y polémica dado el grado de intimidad y cercanía con la muerte de las imágenes. 

Pero si el artista ha dado qué hablar en la prensa y enfadado su gobierno, es en gran parte por sus fotografías eróticas en las que el vello púbico de sus sujetos es visible. El deseo lo fascina, las mujeres lo cautivan y sabe inmortalizar sus pasiones sobre el papel. 

Lleva a cabo una multitud de fotografías de desnudos, sin embargo su especificidad es que los realiza a partir de un arte ancestral japonés, el Kinbaku. Consiste en atar a una persona con una serie de nudos sofisticados, a menudo comparados a unas vendas. Los cuerpos de sus modelos se mantienen en posiciones sugerentes, pero el rostro y la mirada de las mujeres permanecen estoicos, y no transmiten ni éxtasis, ni sumisión. 

Algunas fotografías están pintadas, pero los retratos de las mujeres no son menos sensuales. La muerte y la sexualidad son dos conceptos inseparables para él, y Toyko es un escenario ideal. Sus obras están expuestas en todo el mundo y hacen de Araki uno de los artistas vivos japoneses más famosos.