Loïc Brun

Pintor nacido en 1970, la carrera de Loïc Brun está marcada por la pintura desde su infancia: primero con su abuelo, acuarelista bretón, y luego, en su adolescencia, con el descubrimiento del surrealismo, un movimiento que tendrá un impacto duradero en su representación del mundo.

A los 17 años quedó fascinado por el método paranoico-crítico de Salvador Dalí, y quedó igualmente cautivado por las pinturas y las explicaciones completamente disparatadas del catalán, que abrían la puerta a tantas posibilidades de interpretación de la realidad.

Fue entonces el poder creativo de Picasso lo que lo inspiró duraderamente, dándole el deseo de convertirse, a su vez, en pintor.

Luego asistió a la Escuela de Bellas Artes de París (clase de Hervé Télémaque), luego, en los años 90, se unió a un colectivo de artistas okupantes (Zen Copyright – rue de Trévise en París), participando en varias exposiciones colectivas.

Loïc Brun pinta al óleo, una técnica que ama desde su adolescencia y que le permite todas las formas de expresión, sobre papel para bocetos y sobre todo sobre lienzo. A menudo se expresa en grandes formatos, en los que se muestran la inmensidad, los espacios abiertos, los páramos industriales y los horizontes representados por hileras de casas.

“Aprendí que justo debajo de la superficie hay otro mundo, y luego mundos diferentes cuando excavas más profundo. » (David Lynch)

La pintura de Loïc Brun es ante todo figurativa: pinta aberturas, rupturas en el tejido aparentemente demasiado coherente de esta superficie de la que habla David Lynch. Las presencias pueden surgir, como tantas singularidades en el tejido de la realidad: personajes cuyo peso, sobre el lienzo, es innegable. Personajes que no necesitan poseer atributos humanos, que se contentan con formas en movimiento, “emergencias-resurgimientos" (Henry Michaux). Sin embargo, no siempre es necesario “representar" para decir y el espacio pictórico es suficiente por sí solo.