Eva Schmidt

Nacida en París, Eva soñaba con ser bailarina desde pequeña. Con el tiempo se convirtió en actriz y comediante de cine y teatro antes de inclinarse naturalmente por la pintura. Su entorno familiar la llevó a frecuentar galerías parisinas desde muy pequeña. Vivaz y pragmática, decidió aprender el oficio con el ejemplo y buscó pintores. ¿La mejor manera de conocerlos? ¡Convirtiéndose en modelo!

Así intercambió con pintores y escultores como Volti, Alain Bonnefoit, Trémois, Boncompain, Cassigneul, Baroni… Después pasó tres años como alumna de Jean Claude Athané en el taller de Nicolas Poussin y en la Grande Chaumière.

Muy pronto, los dibujos del natural la llevaron al desnudo y a las composiciones de cuerpos en movimiento. Rápida y segura, su mirada y su formación le permiten captar la esencia de la línea y el trazo, cuya simplicidad revela con extrema exigencia toda la personalidad de los cuerpos que hace girar ante nuestros ojos. En Eva, el movimiento traduce su dinamismo. Su gusto por el color y la composición, asociado a su frecuentación por galerías de arte moderno y pintores, la predispone a la pintura. Al igual que su temperamento, curioso y activo, nos entrega una pintura generosa y delicada. Del dibujo, conserva un trazo ágil de lápiz que distinguimos tras formas flexibles y sugerentes. Los colores son cálidos y reflejan un carácter generoso y asertivo.

Tan reflexiva como entusiasta, Eva nos lleva a un mundo construido por ella misma, a veces lleno de soledad, en el que encontramos sus temas favoritos: el árbol solitario, el camino, la ventana a menudo iluminada por una luz que viene de arriba.