Aks Misyuta

Nació en 1984 en Bryansk, Rusia. Vive y trabaja en Estambul, Turquía.

Las formas y figuras escultóricas de Aks Misyuta, que a menudo representan figuras en situaciones aparentemente imposibles, enigmáticas o inventadas, a veces parecen talladas en materia sólida y son reconocibles al instante. Aunque no están inspiradas en personas reales, estas figuras son formas de autorretratos y capturan las ambigüedades del estado psicológico de los sujetos. Expresivas, grotescas, de gran tamaño, carnosas y, sin embargo, extrañamente vulnerables, están a la deriva en entornos sombríos marcados por sombras y contrastes de luz, que unen una sensación de agitación interna y caos externo. La apariencia inflable es una forma de representar nuestra naturaleza precaria: para el artista, "a veces basta un pinchazo momentáneo para destruir".

Las esculturas de bronce de Aks Misyuta, gestuales y directas, convierten sus elementos pictóricos en objetos concretos. Hay una fisicalidad de sentimiento combinada con un absurdo que resulta cómicamente trágico. Las figuras esculpidas, que poseen una minúscula monumentalidad, son extensiones de sus pinturas, que parecen salir del lienzo y adoptar una forma tridimensional.

Misyuta introduce el motivo del “perdedor de tiempo" que aparece en toda su obra. Identificable por el reloj de pulsera sin esfera, estos personajes están inmersos en actividades lánguidas, evocando una forma de pasividad deliberada.

“Mi obra no es otra cosa que el reflejo de las cosas que amo, de las que temo, de todo lo que me provoca. Esas imágenes surgen de la vaga profundidad de la vida cotidiana que me rodea, siempre son irónicas. Son mis retratos hasta cierto punto. El resultado final siempre es una sorpresa para mí, ya que cuando trabajo en un cuadro nunca pienso en la pintura en sí, sino en la vida y sus complejidades; mi mente siempre está ocupada con pensamientos no pictóricos cuando trabajo. A menudo, esas obras dicen más de lo que me gustaría compartir, honestamente, sin importar cómo las dejo pasar, ya que este momento freudístico es solo para un espectador atento y sensible, es como un susurro".