Sarah Jack

Mis obras suelen empezar en un tablero que me da la posibilidad de tallar líneas en él, lo que no es posible con un lienzo, y también de deformarlo si lo deseo.   A continuación, empiezo a crear capas de texturas, superponiendo trozos de papel rasgados y fragmentos de cartulina, utilizando pastas, gesso, algodón, alambre, cuerda o clavos para que cada pieza funcione.  Me encanta perderme en el proceso de texturización, con el objetivo de crear una superficie intrigante, llena de sentimiento y movimiento, y con la esperanza de evocar una experiencia emocional en el espectador, a través de la forma en que los materiales caen sobre el tablero, tanto intencionadamente como a través de felices accidentes. En algún momento puedo arrancar ciertas texturas que pueden añadir más profundidad, grietas y hendiduras y aumentar la expresión de la pieza.  Entre las capas se pueden incluir recortes de noticias de la vida real o relatos de las vidas de los registros parroquiales del siglo XIX.

Me gusta retratar casas de campo, granjas o dependencias antiguas, desgastadas por el tiempo, aisladas y abandonadas, utilizando texturas para captar la escena.    Mi objetivo es plasmar en mi arte la profunda experiencia que tenemos cuando nos absorbe algo tan conmovedor y cautivador, algo que no podemos expresar con palabras porque no hace justicia a la experiencia que estamos viviendo. En general, mi intención es plasmar en mis obras los sentimientos que tenemos cuando vemos la belleza en la naturaleza y en nuestra historia, el yeso que se desmorona y los restos de pintura que se desprenden en el interior de una casa de labranza en ruinas que ya ha sido reparada, el tejado derrumbado de una vieja casa de campo abandonada que tiene sus vigas al descubierto o un viejo muro de piedra seca derrumbado en el que apenas se pueden rastrear los restos del edificio cercano bajo nuestros pies.

Me inclino por una mezcla de medios, acrílicos o tintas, antes de unir la pieza con el uso de óleos.  Este proceso crea las profundidades y envejece mis obras, con texturas que se revelan por debajo del pigmento.  Utilizo una paleta limitada en cuanto al color, inclinándome muy a menudo por los azules y los marrones.   También me gusta experimentar con los efectos que el alambre, el raspado, la limpieza y el lijado pueden tener en el ambiente de una obra, a menudo utilizando mis manos, trapos o espátulas en lugar de un pincel.

En mis primeras obras figurativas me gustaba plasmar el cuerpo como si fuera un paisaje.  Luego empecé a experimentar con texturas más profundas y así comenzaron mis escenas portuarias y marinas deterioradas, que evolucionaron hacia viejos molinos y fábricas.   Últimamente, me siento atraído por los paisajes oscuros y tenebrosos con casas de campo y granjas aisladas, lo que supone un ligero retorno a mis primeras obras, menos texturizadas.