Beyti Barbaros

Comencé mi viaje en la fotografía hace casi 20 años en Turquía, cuando tuve por primera vez en mis manos una sencilla cámara compacta. Aunque modesto, el poder que me ofrecía era todo menos modesto. Me permitió congelar el tiempo, capturar momentos fugaces y preservar su belleza para siempre. Aquella primera cámara despertó una pasión que duraría toda mi vida y, a través de ella, descubrí la magia transformadora de la fotografía.

En 2007 me mudé a Estados Unidos y la vida me acercó a la ciudad de mis sueños: Nueva York. Vivir cerca de esta magnífica metrópolis, la ciudad más bella del mundo, ha sido una fuente constante de inspiración. Los imponentes rascacielos, el juego de luces y sombras en las fachadas de cristal y la grandiosidad arquitectónica de la ciudad alimentan mi creatividad. Cada edificio cuenta una historia y me dediqué a capturar estas narrativas a través de mi lente.

Más allá del paisaje urbano, mi pasión por la fotografía se extiende al mundo natural. Encuentro consuelo en el poder silencioso de la naturaleza: la calma serena de una mañana brumosa, la energía cruda de las olas del océano, las texturas intrincadas de un árbol centenario. Ya sea capturando el pulso de una ciudad o la belleza intacta de un vasto paisaje, mi trabajo está impulsado por el deseo de documentar las maravillas siempre cambiantes del mundo.

Como fotógrafo autodidacta, he pasado incontables horas perfeccionando mi oficio, guiado por la curiosidad, la paciencia y un profundo aprecio por mi entorno. A través de mi lente, busco preservar no sólo imágenes sino también emociones: momentos de asombro, tranquilidad y reflexión. Hoy, mi fotografía es una invitación a hacer una pausa, a ver la belleza en lo grandioso y discreto, y a apreciar el mundo desde un nuevo ángulo.