La franqueza de las obras de Henri Rousseau y André Bauchant puede calificarse de infantil. Aunque se percibe como de naturaleza simplista, la perspectiva es más plana y su expresión más rudimentaria que otras obras de arte producidas en las primeras décadas del siglo XX. La pregunta que se plantea es: ¿por qué? Denominado posteriormente arte de estilo naif, sus orígenes se sitúan en la Francia posterior al Impresionismo del siglo XIX, y corresponde a obras realizadas por un artista sin formación formal en una escuela o academia de arte. Mediante la deformación de la perspectiva, el color y la modificación de la realidad, este movimiento pretendía huir de lo que se percibía como la insincera sofisticación del arte creado dentro del sistema tradicional. A los artistas naif se les denomina a veces primitivos modernos, pero igualmente este alejamiento de la tradición también llevó a los artistas enseñados a emplear una estética pero también una etiqueta diferente: arte primitivo moderno. El medio ni siquiera tiene que ser la pintura para plasmar la simplicidad de este estilo, como se ve en las obras ilustradas dentro de nuestras propias selecciones. Obras como las de Peter De Boer se centran en el tema de la naturaleza y el paisaje en la vida cotidiana, transmitiendo los peligros de la interacción entre la humanidad y la naturaleza, con una perspectiva sencilla que pone de relieve los peligros que ambos pueden infligir al otro. Por su parte, Menashe Kadishman también se inspira en la naturaleza y utiliza al animal como tema para resaltar su propio pasado y, en definitiva, que el arte ingenuo como estilo es realmente sincero.
