Charlie Edmiston

La obra de Charlie Edmiston explora los límites de la forma, los medios y el color de una manera que evoca a los modernistas de mediados de siglo.

Mientras que las exploraciones de sus predecesores son estrechas y sustractivas, los proyectos de Edmiston son expansivos. Lo que antaño fueron avances vanguardistas y peligrosos de la vanguardia modernista, ahora se han convertido en herramientas fundamentales para la creación artística. No es que Edmiston dé por sentados estos trabajos, sino que ha aceptado tan plenamente su validez que puede utilizarlos como elementos fundamentales para construir obras de arte cuya definición es difícil de alcanzar. Un arte cuyo propósito es invitar a una mayor exploración y contemplación, en lugar de codificar definiciones estilísticas.

En una exposición reciente, las piezas de Edmiston cuelgan de la pared como pinturas, pero se asemejan mucho a esculturas minimalistas en forma y construcción. Funcionan como bellas artes, pero comienzan con un proceso de diseño. Incluso las formas y colores individuales escapan a la definición. A simple vista, las armoniosas y agradables composiciones pueden parecer triángulos y rectángulos, pero al examinarlas más de cerca, las líneas terminan en curvas, los ángulos sutiles añaden vértices y aristas, y las formas verdaderamente regulares se convierten en la excepción. Los colores rara vez alcanzan la saturación total; en cambio, Edmiston prefiere tonos y sombras ligeramente apagados y sofisticados que, al combinarse, evocan toda la vitalidad de su Los Ángeles natal, pero que individualmente resultan ser sobrios y elusivos: no rojos, sino rojizos, no azules, sino celestes. El efecto acumulativo es de límites suaves, no para los bordes de las obras individuales, sino para las nociones preconcebidas del espectador sobre qué es el diseño, qué es una pintura o una escultura, e incluso qué son las formas y los colores.

Quizás lo más destacable de esta obra que desafía el género es su elegante y acogedora incitación. En una época donde muchos artistas buscan un estilo confrontativo, abrumando al espectador con una imaginería grosera y distorsiones caóticas de la iconografía de la cultura pop, las obras de Edmiston funcionan con una gracia zen. Son invitaciones serenas a abrir la mente. Contemplativa y receptiva a la vez, la obra del artista crea un espacio seguro donde el espectador puede liberarse de las expectativas externas y simplemente ser.