En todas las culturas el árbol simboliza la vida, la fuerza, la longevidad, la belleza, la fertilidad. Acompaña la imaginación. Después de haber sido infravalorados por la biología durante mucho tiempo, los árboles han sido objeto en los últimos años de descubrimientos científicos que nos permiten darles una nueva mirada. Habilidades sensoriales, habilidades comunicativas, desarrollo de la memoria, simbiosis con otras especies e influencia climática. ¡Alexandra Battezzati, les da la palabra! Gracias a una serie de sensores, revela su reacción, haciendo que lo invisible se pueda hablar. Ofrece, en sus pinturas, una observación poética y personal del mundo vegetal. Las siluetas de los altos árboles del pintor evocan con poesía y delicadeza la fragilidad de estos gigantes que se destacan contra un cielo infinito, dejándonos a veces adivinar una imagen interiorizada del árbol, refugio de la memoria y la infancia. El camino elegido por Alexandra Battezzati es el de la arquitectura transparente y ligera. El árbol se ve en su integridad. El cielo está pintado sobre un fondo absoluto. El follaje minimalista consta de bonitos toques de color, vaporosos o bien apoyados para ilustrar el paso de un árbol figurativo a una visión dinámica vertical y horizontal y de ahí a las creaciones geométricas. Para Alexandra, el árbol es objeto de una investigación sin fin. A veces su tronco mantiene la marca del tiempo, o incluso sus ramas y follaje se acercan al cielo. Todo en él es significativo. Este árbol se estiliza entre la tradición de la pintura clásica, surrealista y una pequeña alusión japonesa.
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