Rosario Heins

Su pintura la representa y expresa todo lo que quiere decir, es parte de ella misma, y es la extensión del Caribe que vibra dentro de ella y que cobra vida a través de sus propias vivencias, su cotidianidad, la música, el color, el calor. del sol, la humedad del aire, los gritos de la calle, el carnaval, los colores explosivos y luminosos, hechos y elementos únicos y efímeros que la hacen una mujer igualmente singular y diversa.

Lo que pinta es una oda a la alegría de vivir. Es la metáfora de su paisaje y de su sonrisa. Una ofrenda en la que cada lienzo lo revela un poco más. Es también la voluptuosidad de los colores vivos que se mezclan sin complejos, el abrumador calor húmedo del trópico y la luz deslumbrante que estalla en sus lienzos para comunicar alegría y cariño.

Por todo ello, a través de esta nueva obra, sigue apropiándose de todos los elementos naturales y culturales del Caribe, bañados por la luz directa que envuelve a los vendedores ambulantes que deambulan por la playa; las palenqueras que con paso vacilante ofrecen sus dulces frutos para saciar la sed y la curiosidad de los turistas; los vendedores de boyas cuya carga los transforma en extraños personajes que desaparecen grácilmente bajo las formas y volúmenes de sus mercancías, como fantasmas flotando sobre sus piernas, curiosas siluetas que se acercan y se alejan.

Esto es lo que es: la expresión caribeña que habita cada trazo de su pintura.