La imprevisibilidad del comportamiento humano y el contexto sociopolítico en el que reside se articula en el arte callejero abstracto. Al alejarse del realismo y utilizar la luz, el color, las formas y los medios mixtos, el arte abstracto crea movimiento en las paredes (su lienzo) del paisaje urbano para hacerse eco del dinamismo de sí mismo y de su tema. En constante movimiento, el arte callejero abstracto abandona la necesidad de capturar una instantánea de la realidad, ofreciendo una vía de escape al hiperrealismo de vivir rodeado de muros de hormigón. El arte del grafiti influyó más tarde en los artistas callejeros para encontrar la libertad dentro de los patrones geométricos, elevando su uso del color y acabando con la dependencia de la forma y la composición para transmitir su trabajo y su significado. En las propias colecciones de Artsper, Sylvie Barcoafirma que, cuando está a punto de cruzar una calle, se detiene ante un muro de ladrillos rojos y le llama la atención un detalle, un destello de una imagen percibida. Perturba la percepción, trastorna la mirada y, al igual que otros artistas abstractos, tiene la capacidad de conducir el ojo del espectador a lo largo de su obra para que se detenga también. Mientras que Antony Squizzato se centra en la doble sociedad de las redes y la soledad... emite la realidad sin representarla. Hay un poder en el arte callejero abstracto.
