Cabillonum es como los romanos llamaban a Chalon-sur-Saône.
Un nombre antiguo, casi olvidado, que aún resuena bajo los adoquines del pueblo donde creció Romain Hurdequin (romano a. C.), antes de regresar para establecerse allí con su pareja, Elisaveta Prokopchuk (Fabrica Minervae), y su hija. Después regresó para crear y ahondar en su historia antigua.
Esta exposición nació con un único objetivo: descubrir las capas enterradas de su territorio, pero también soñar con ellas. «Cabillonum» ofrece un viaje ficticio a una Antigüedad reinventada, una arqueología imaginaria donde cada pieza difumina deliberadamente los límites entre la verdad histórica y la ficción mítica.
Entre las reliquias que presenta el dúo se encuentran kylixes marcados con uvas tejidas, máscaras de gladiadores patinadores y representaciones de Baco, junto con fragmentos de antiguos eventos deportivos, que se dice que involucraron patinetas y arenas galorromanas. Todas estas obras toman la forma de artefactos, como restos descubiertos durante excavaciones preventivas en las afueras de Chalon, o que surgen de forma más inesperada, al azar en una obra, en un jardín o como recuerdo en cada uno de los barrios de la ciudad.
Al recrear estos objetos desde cero, los artistas quisieron rendir homenaje a la rica vinicultura de la Côte Chalonnaise, al ingenio de las manos que los crean, a las historias que inventamos para comprender mejor nuestros orígenes y, finalmente, a esta ciudad, cuyo pasado y presente dialogan constantemente.
"Cabillonum" es, por lo tanto, una ficción arqueológica, pero también un acto de apego. Una forma de recuperar las mitologías de Chalon-sur-Saône, reales o imaginarias.
Bienvenidos a estas ruinas inventadas.
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