Brigitte Feyt y Jean Chrétien Favreau forman parte de esta línea de parejas que se unen. Pensamos, entre otros, en Robert y Alne Crumb o Alejandro y Pascale Jodorowski. La pareja es entonces esa sinergia que transforma la pesada realidad de dos egos en una imaginación común. La transmutación sigue siendo un misterio, su intensidad depende de la comprensión emocional, de lo que precisamente provocó que estos dos seres se encontraran y se amaran. Es un entendimiento mutuo que está más allá de la comprensión. Los dibujos de 2 dan testimonio de esta fructífera unión. Los de Brigitte Feyt y Jean-Chrétien Favreau se crean sin intención inicial sino bajo el impulso del gesto, luego gradualmente del juicio, a través de una dialéctica impulso/reflexión. No hay rivalidad sino una bienvenida recíproca, asombrada y amable, y una fusión de asombro al reconocer significado en lo informe, en el Garabato del principio. Los dos artistas crean ante nuestros ojos un mundo común poético, psicodélico, intenso, violento, sexual, orgánico, dinámico, biomórfico, proteico, un mundo imposible sin el nivel de relación que han sabido crear entre ellos a lo largo de los años. . Violaine Boisivon dice que son sus manos las que modelan, como si estuvieran alejadas de cualquier intención, de cualquier proyecto y de la mirada exterior que la puntúa. Ésta es la confesión de todos los grandes intuitivos, artistas gestuales abrumados por el brillo de sus gestos. Violaine Boisivon y sus manos producen esculturas de barro congeladas en un movimiento suspendido cuya expresión es la de una vida interior poderosa y compleja. La pátina de sus esculturas, que combina varias técnicas, contribuye en determinadas piezas a una pintura gestual intuitiva, un campo de color que, al saturar la forma, le confiere una dimensión más meditativa. Hay artistas que crean un mundo. Violaine Boisivon es una de estas artistas: sus esculturas, como tantos avatares de ella misma, dialogan con una narración poética y pictórica, a menudo divertida, y de la que no se excluyen el tormento, si no la violencia. Brigitte Feyt.
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