Maylis Bourdet

“Un cuadro con los colores de los sueños":

Paisajes bañados por la niebla, habitados por pájaros desconocidos, libélulas fugitivas, cerezos helados por el invierno. Japón de fantasía, carreteras interminables de Indiana, bordeadas de postes de telégrafo y transitadas por los fantasmas de Fargo. Perspectivas lechosas de tierras inciertas: Caribe, Siam o Madrás de Deus. Tierras misteriosas con nombres olvidados o maltratados por la historia, tierras de ilusiones y espejismos. La lista podría seguir...

Si Maylis esconde en sus cuadros sus brújulas, engranajes o cartas náuticas es quizás para ayudarnos a encontrar nuestras rutas. Los países que nos muestra se parecen a los de Julio Verne o Stevenson, imposibles de alcanzar porque están en las fronteras exteriores de nuestra imaginación. Creemos que los estamos atravesando pero sólo estamos soñando con ellos.

Palabras secretas de la caligrafía zen, pátinas antiguas, sutiles veladuras de las antiguas murallas de la Toscana: las imágenes compuestas de Maylis Bourdet se inspiran en viajes a veces febriles, a veces quietos...

El aire está allí presente, no deja de vibrar, cargado de polvo o de electricidad. Aquí nada se mueve, pero todo se transforma: un estanque en Vendôme parece un lago en Kioto; un sendero de gran altura en los Pirineos se confunde con las escaleras ventosas de Minas Morgul y el Malecón de La Habana parece el Mar del Norte en una tarde de enero.

Los vapores y nieblas que bañan sus lienzos no son estáticos, se deslizan imperceptiblemente, justo en el rabillo del ojo, en los límites de nuestra capacidad de ver.

Michel Moatti