Presentación
Olga Stepanian, de Cherkasy, una ciudad del centro de Ucrania, iba para costurera, pero no dejaba de pensar en la fotografía. En un momento de su vida, decidió que no podía seguir callada. Desde detrás del objetivo, cuenta historias que no parecen demasiado influenciadas por su entorno cultural ni son necesariamente representativas de él. "No creo que mi ubicación afecte mucho a mi trabajo", afirma.
A Olga le gusta el fotógrafo de moda y retratos Rodney Smith (nacido en 1947), famoso por su arte minimalista y caprichoso, Sally Mann (nacida en 1951), conocida por sus provocativas instantáneas de desnudos y muertos, y Henri Cartier-Bresson (1908-2004), pionero de la fotografía cándida y callejera. Estas son las figuras que intentó estudiar en profundidad. Se esforzó por comprender los pensamientos y las intenciones que había detrás de los momentos que captaban.
El presente portafolio de Olga se compone de tomas en blanco y negro muy cinematográficas que exploran en silencio una variedad de sentimientos y situaciones: soledad y distanciamiento, esclavitud y libertad, inquietud, incluso cotilleo. Una joven está suspendida sin fuerzas entre dos escaleras en un terreno baldío. Manos humanas molestas y aterradoras surgen de entre las grietas de un muro blanco, deseando urgentemente asir y sofocar todo lo que esté a su alcance. Un individuo siente de tal modo la fuerza aplastante de las exigencias de la vida cotidiana que se refugia en un capullo de vendas.
La fotógrafa habla de su arte melancólico y profundamente reflexivo:
"Todo el mundo es diferente, y cada uno tiene una visión distinta del mundo, yo sólo hago lo que es importante para mí. Uno puede mirar estas fotos y leerlas como quiera".