Pascal Chôve

Pascal Chôve nació el 17 de febrero de 1960 en Saint-Nazaire. Pascal Chôve empezó a dibujar cuando tenía seis años. Pero su “primer gran destello” fueron ante todo los impresionistas. “En el Jeu de Paume de París había este autorretrato de Van Gogh. Lo encontré sublime. Lloré… Estúpidamente”. Luego viene el hiperrealismo estadounidense de los años 1970 y 1980. “Sentí que este cuadro me convenía”. Los temas menos. "Quería romper con el leitmotiv de la sociedad de consumo o del automóvil". Pascal Chôve se lanza entonces a “una arquitectura ruinosa, fábricas abandonadas donde la naturaleza se hace cargo”. Poco a poco, la presencia humana se va introduciendo en las pinturas. Tras una etapa centrada en los hombres, el pintor recurrió a la figura femenina, “como contraposición a la realidad, que puede resultar brutal”. Una tranquilidad emana de sus pinturas. "Las curvas redondeadas de las mujeres no tienen nada que ver con la musculatura masculina". La luz, “natural, nunca clara, casi claroscuro”, intensifica esta sensación, colocada sobre suaves colores de media tinta. Los cuerpos, siempre muy realistas, contrastan con el desenfoque del fondo. Un paisaje mediterráneo, una vieja puerta a punto de hacerse jirones, un fresco. La pintura se convierte en materia física, en un relieve alveolar y redondeado. “¡Un cuadro se puede ver en 3D!” Hoy Pascal Chôve no imagina en absoluto ir hacia lo abstracto. “Actualmente lo figurativo está regresando; las galerías, por ejemplo, exponen cada vez más fotografías”. Cualquiera que sea el medio, el cuerpo humano atrae. “Nunca lo hemos explorado, cada personaje es nuevo. Siempre trato de ir más allá, de explorar nuevas técnicas”. Las obras de Pascal Chôve forman parte de importantes colecciones privadas de todo el mundo.