Yayoi Kusama

Las instalaciones monumentales e inmersivas de Yayoi Kusama son mundialmente famosas. Han inspirado a artistas como Carolee Schneemann, Yoko Ono y Damien Hirst y se han expuesto en los más importantes espacios de arte contemporáneo: el MoMA de Nueva York, el Centro Georges Pompidou de París y la Bienal de Venecia.

Nacida en 1929 en Nagano, Japón, comenzó a dibujar cuando era niña. Sufrió alucinaciones desde muy temprana edad. Es cuando mira un mantel floreado y levanta la cabeza hacia el techo que se da cuenta de que la imagen de los lunares persiste. Sus alucinaciones seguirán omnipresentes en su obra, y en particular en estos famosos guisantes. Estudió en la escuela secundaria Hiyoshigaoka, donde realizó principalmente pintura japonesa tradicional y moderna.

Es raro ver a una mujer trabajando como artista en la sociedad patriarcal de Japón. Sus padres, especialmente su madre, se opusieron a su práctica, pero esto sólo sirvió para nutrir su arte y forjar sus convicciones.

También se distanció de la educación japonesa excesivamente tradicional y tomó más libertad, inspirándose en modelos occidentales. A los 27 años se mudó a Seattle y luego a Nueva York, donde se vio obligada a vivir con muy pocos recursos.

Comenzó a exponer con artistas de vanguardia: Yves Klein, Andy Warhol y Jasper Johns. Colabora frecuentemente con su amigo artista Donald Judd y presenta un arte cada vez más provocativo.

A partir de los años 60 se involucra de lleno en la vanguardia con su arte psicodélico (adelantándose al movimiento hippie) y cerca del Pop Art.

Produce cada vez más Happenings (performances espontáneas que requieren la participación del público) y performances. Es conocida por sus "Manifestaciones Desnudas", que son manifestaciones desnudas con fines políticos, y por las cuales fue arrestada a menudo por la policía. Las instalaciones que presentó en la galería Gertrude Stein en 1964 fueron un gran éxito. Se hizo conocida por los events que organizaba en el piso de abajo de su loft, tumbada sobre un colchón cubierto de formas fálicas y lunares.

En 1966, dejó su huella en la Bienal de Venecia con su obra "Narcissus Garden", una instalación en el césped del pabellón italiano que llenó con 1.500 bolas brillantes. En 1993 fue invitada nuevamente a la Bienal de Venecia, pero esta vez de manera oficial.

Regresó a Japón en 1973, cansada, y en 1977 ingresó en un hospital psiquiátrico, donde residió frente a su estudio.

Su arte le permite sobre todo tratar sus alucinaciones, pero también sus fobias: el miedo al sexo por ejemplo, que proviene del comportamiento adúltero de su padre hacia su madre. Su arte es provocador y descarado, pero responde a creencias feministas y antimachistas que desarrolló mientras crecía en Japón. El arte da sentido a la vida. También abrió su propio museo en Tokio y sigue muy activa en el mundo del arte.