El intento de capturar un momento fascinó a los pintores impresionistas de la Francia del siglo XIX. Sus pinceladas sueltas y rápidas pretendían crear una instantánea de una escena que tenían delante. Sin embargo, se puede argumentar que es necesario un elemento de realismo para garantizar que el artista sea realmente testigo de una escena llena de vitalidad. En los años anteriores a la aparición de los artistas impresionistas, artistas como Edouard Manet se alejaban de un fondo de realismo y utilizaban esas escenas para redefinir la capacidad del artista de inmortalizar un momento. En su Música en las Tullerías (1862), el artista está presente en la escena. Mientras una multitud elegante y adinerada se reúne en este jardín de París, los músicos ni siquiera son visibles, pero el espectador casi puede oír a los niños jugando o los acordes de la música por encima del incesante parloteo de la multitud reunida. Con Manet en la escena, en el extremo izquierdo, agarrando un bastón - ofrece una comprensión de cómo contar esta escena de vida animada, él estaba allí. Los rostros pintados frenéticamente sugieren un movimiento constante, mientras que los gruesos troncos de los árboles separan a la multitud sólo por un momento. En la propia selección de obras de Artsper, ábrase paso a codazos por las obras representadas por Michel Boulet, o incluso por las escenas abarrotadas de Marco Santaniello, ya que transmite la energía de la vida cotidiana de quienes llenan las calles.
