Stones - Late 20th Century Surrealist Gouache on Paper, 1985
Derek Carruthers

Gouache y acuarela surrealistas sobre papel de finales del siglo XX, del artista británico Derek Carruthers. Firmada abajo a la derecha y fechada en septiembre de 1985 en el reverso.

Una pintura intrigante y gráfica de una estructura similar a Stonehenge. La formación arquitectónica de Carruther lo inspiró a observar cómo se relacionan las formas en el espacio. Al mismo tiempo, su faceta surrealista le gustaba plantear preguntas como: ¿por qué las piedras están en esta formación? ¿Qué hacen la piedra lisa y de color y la punta de lanza en este espacio? La punta de lanza y la piedra lisa atraen la mirada por su anacronismo. ¿Se trata de una declaración del artista sobre el paso del tiempo y las huellas que dejan las civilizaciones tras su auge y caída?

Aquí los colores son inusualmente apagados para Carruthers, sin embargo son las formas las que dan fuerza a la composición.

Un trabajo intrigante.

Derek Carruthers fue un artista que persistió en plantearse preguntas. Toda su carrera estuvo inspirada por la determinación de indagar en la naturaleza del arte, examinar su propósito e intentar explorar ese punto donde la vida individual de la mente se encuentra con la apariencia externa del mundo, donde la sensación personal se topa con las suposiciones culturales. No es sorprendente que Carruthers explorara, a lo largo de los años, un lenguaje de forma pura, espacio abstracto, dos y tres dimensiones, narrativa y concepto, figuración personal y universal. Sin embargo, en retrospectiva, tras décadas de trabajo, cada una de estas voces persigue un conjunto coherente de preguntas, reflexionando sobre la esencia de la experiencia humana. Las piezas individuales de Carrthuers pueden intrigar y cautivar, pueden ser cálidas y poéticas, y también pueden ofrecer una resistencia descarnada a la mirada superficial. Pueden desafiarnos a reflexionar sobre nosotros mismos, nuestro entorno, nuestras expectativas, nuestro lugar en el mundo.

Carruthers creció en el noroeste de Inglaterra, habiendo nacido en Penrith, y uno de sus primeros recuerdos de lo que podría ser el arte se formó a partir de su encuentro con las extraordinarias creaciones de Kurt Schwitters. Este último había huido de Alemania en 1937, después de que su arte fuera tildado de «degenerado». Permaneció primero en Noruega y luego llegó a Gran Bretaña en 1940. Carruthers ya había entrado en contacto con la obra de Schwitters cuando era niño y se había embarcado en un examen propio, que duraría toda su vida, de la naturaleza del arte.

Carruthers se inspiró aún más en Victor Pasmore y Hamilton (constructivistas británicos), quienes colaboraban estrechamente en el King's College de Londres y finalmente ofrecieron un curso exigente a todos los estudiantes de primer año. Así, Carruthers, quien estudió en el King's College entre 1953 y 1957, se vio animado a adoptar un enfoque riguroso para explorar la abstracción, las relaciones espaciales y la interrelación entre el arte y la arquitectura.

Habiendo tenido la fortuna de ser estudiante de arte en semejante época y lugar, no sorprende que Carruthers se embarcara en un viaje de descubrimiento artístico. Expuso sus obras en la importante exposición itinerante «Construction England», organizada por el Consejo de las Artes en 1963, junto con Pasmore y Mary y Kenneth Martin.

Su obra también se incluyó en exposiciones de arte nuevo en las Galerías Drian, Porchester Place, entre 1963 y 1965. Reflejando la revisión más reciente del constructivismo británico de posguerra, la obra de Carruthers también se incluyó en la muestra de 1992 «Arte Abstracto Británico de los Años 50 y 60», celebrada en la Galería Belgrave. Esta obra temprana, en la que las formas sólidas o en relieve cambian de naturaleza a medida que ellas —o los espectadores— se desplazan por el espacio y el tiempo, desafía deliberadamente la tendencia humana a encontrar consuelo en considerar el mundo como algo fijo y cognoscible.

Durante estos años, Carruthers también impartió clases en los colegios de arte de Sunderland y Leicester, antes de pasar a dirigir el curso de Bellas Artes como profesor en el Politécnico de Trent (actualmente la Universidad de Nottingham Trent). Fue un educador dedicado, que abandonó para dedicarse a su arte a tiempo completo a mediados de la década de 1980.

Inspirado, quizás, por esta libertad, en la década de 1980 Carruthers exploró nuevas ideas. Dejó de trabajar en tres dimensiones, o collage y relieve, y redescubrió el poder de los materiales tradicionales, óleo y acuarela, sobre lienzo y papel. Se alejó de la no-objetividad hacia una práctica que exploraba tanto la imaginería abstracta como la figurativa. A lo largo de todo su trabajo, se mantuvo preocupado por explorar la condición humana: con esta trillada observación, queremos decir que continuó cuestionando cómo cada individuo experimenta el mundo; exploró las formas en que los seres humanos crean tótems para dejar su huella, como para reclamar la inmortalidad; intenta simbolizar la relación triangular entre la humanidad y la religión, y el arte/arquitectura que esta inspira. De ahí que, además de cálidos destellos de las vacaciones y la vida familiar, su obra ofrezca la pirámide egipcia, la figura heroica grecorromana, el monumento cristiano; y, en última instancia, el anonimato asexuado, atemporal y racial de la figura laica del artista.

Derek Carruthers continuó planteándose preguntas, tanto sobre su vida en un tiempo y lugar específicos, como sobre la suerte del ser humano a escala universal. Como artista y académico, se vio a sí mismo en la intersección de estos desafiantes estados. Y nos hace reflexionar...