Maria Mesterou

Maria Mesterou nació en 1941 en Rumania. Se graduó en el Instituto de Artes Plásticas de Bucarest. Su aprendizaje le proporcionó un dominio verdaderamente excepcional de las técnicas clásicas. Además de su docencia universitaria, viaja por el país para conocer el saber popular.

Junto a su marido, Mircea Milcovitch, visita periódicamente un pueblo aislado de los Cárpatos. Con amigos formó un grupo de artistas subversivos que se construyó en oposición al realismo socialista, el arte oficial de la época. Así, María vivirá varios veranos en las alturas de los cerros. Cerca de los agricultores, compartirá sus ocupaciones y aprenderá a tejer y bordar, elementos que formarán parte de su investigación artística.

También fue a un monasterio en Moldavia donde viejos monjes le enseñaron los fundamentos de la iconografía. Inseparable de su profesión de artista, esta actividad, que practicó durante toda su vida, le abrió las puertas a la espiritualidad y repercutió en toda su obra.

Además, María se dedica a la restauración de cuadros antiguos. Esto le permite explorar una amplia gama de técnicas, que van desde la pintura sobre lienzo, pasando por las placas de cobre y la madera, hasta la tempera al huevo sobre tela sin estirar.

En 1970 encontró a su marido en Francia, exiliado dos años antes. Muy rápidamente, la ciudad de París le proporcionó un taller. Luego se dedicó de lleno a la pintura y la serigrafía que distribuyó, entre otras, con las ediciones “La Tortoise”. El artista participa en múltiples ocasiones en las muy prestigiosas Ferias de Basilea y en las Ferias Internacionales de Arte de París, Washington y Nueva York.

Gran especialista en estampados, utiliza una técnica única y personal para crear degradados. Este es un elemento fundamental de su investigación artística. El refinamiento cromático y tonal es evidente. Las formas geométricas, a la vez simples y virtuosas, están llenas de colores con matices inquietantes y patrones embriagadores.

Además, encontramos en la obra de María una dimensión sagrada y espiritual que la mayoría de las veces se manifiesta a través de un notable trabajo sobre la luz.

A partir de los años 1980, María abandonó la serigrafía y el arte óptico para dedicarse a un trabajo pictórico cercano a los pintores Antonello de Messina y Jan Van Eyck en una técnica con una dimensión muy contemporánea en el tratamiento de las composiciones. También crea naturalezas muertas, con fascinantes juegos de luces y objetos soñados inertes.

Muy erudita, Maria Mesterou será invitada durante largos períodos a la fábrica Gobelins y al Mobilier National de París para enseñar su saber hacer y su técnica excepcional. Todavía tiene demanda hoy.

Su obra está presente en numerosas colecciones oficiales y privadas. La ciudad de París, el Estado francés, la compañía Edmond de Rothschild, la fundación Pernot-Ricard y el Museo Gravelines poseen numerosas obras de María. También expondrá varias veces en el Salon des Grands et Jeunes d'Aujourd'hui.

Ampliamente reconocida por las instituciones en los años 1970, la obra de Maria Mesterou exige una relectura contemporánea así como una amplia difusión entre el público.