

En sus proyectos personales, el cuerpo y el espacio cuestionan su relación con lo vivo, ya sea el Otro o nuestro Entorno.
Biografía
La fotógrafa holandesa Marjolijn de Groot vive y trabaja en Francia desde 1990. Su infancia, marcada por siete años en Pakistán e India, alimentó su imaginación. Los viajes por carretera a través del subcontinente le dejaron una profunda huella visual: los puestos de mercado, el festival de colores Holi, el vibrante ritmo de vida y una sensualidad omnipresente. Los ricos colores de los saris que lucían las mujeres aún resuenan en ella, como un recuerdo en tecnicolor. Estas intensas imágenes, que contrastaban con la pobreza y la contaminación circundantes, se convirtieron en un legado visual que llevó consigo a su regreso a los Países Bajos. De adolescente, descubrió la fotografía al tomar prestada la cámara de su padre para crear sus primeras fotografías escenificadas. También exploró otras formas de expresión artística: la costura, el dibujo, la escultura; una necesidad creativa que la llevó a asistir a la Escuela de Bellas Artes de Maastricht, donde se especializó en escultura. Esta idea de espacio y volumen aún influye en su práctica fotográfica. Tras cinco años como asistente en fotografía de moda y comercial, Marjolijn se convirtió en fotógrafa profesional. Sin embargo, en 2019, sintió la necesidad de reenfocarse en un enfoque más personal y artístico. Participó en talleres con la agencia Vu y Eyes in Progress, orientándose más hacia el trabajo de fotógrafa de autor. Actualmente, Marjolijn divide su tiempo entre retratos por encargo y sus proyectos fotográficos personales. Sus obras exploran cuestiones sobre la intimidad y los problemas ambientales. Su práctica, arraigada en la puesta en escena e influenciada por la escultura, refleja una reflexión sobre el espacio que permanece en el centro de su enfoque artístico.