Nicolas Kuligowski

Las obras de Nicolas Kuligowski presentan imágenes fotográficas y gráficas que levitan desde fondos de pintura acrílica que traducen la rabia en pintura. A primera vista, las representaciones no parecen combinarse con el material del que proceden. La técnica recuerda a Picasso y Matisse que desunen los colores de las figuras que se supone que los casan. También se refiere a Richter y Polke quienes, mediante este mismo proceso, refuerzan la profundidad óptica del cuadro creando dos planos de interpretación de la imagen. También reconocemos la serigrafía reinventada en la plástica por Andy Warhol. Sin embargo, con Nicolas Kuligowski, la herencia de los maestros se asimila de una manera muy personal, donde la disonancia de los colores se reconcilia con la armonía de lo visual. Para sus imágenes, la técnica del artista, sin ser hiperrealista, retoma las características de la representación fotográfica. El grano se convierte en punta acrílica. Los contrastes son del orden de la huella, la sugerencia de la forma favorece el detalle. La imagen no es del orden de la mimesis. Los patrones son realistas, pero sugieren más de lo que dan testimonio. Se disuelven y tiemblan en el color donde quedan expuestos y dañados al mismo tiempo. El arte de Nicolas Kuligowski manifiesta la vibración de la realidad en forma de partitura en la que matices y figuras se liberan del parecido y la ilusión para exponer solo la dinámica de las composiciones, la música íntima de la pintura. Uno de los desafíos del artista es entonces asociar armoniosamente el fondo con la imagen. Sobre el sustrato, el pintor posa, raspa, alisa, frota, pasa sobre el material, que parece orgánico, vivo, un espacio vibrante que crea su propia ficción. La impresión sigue siendo fuerte cuando las masas cromáticas impiden que el ojo detenga su movimiento, donde la luz se descompone en incidencias y donde el detalle se desvanece en color. La composición refleja entonces la movilidad de la mirada que la contempla. Entre contenido y forma, el impacto visual de la imagen va más allá del encuadre, invade el campo de percepción. Los morfemas visuales creados por el poder evocador de los colores excitan la vista hasta el punto de animar formas imaginarias. El efecto de equilibrio óptico entre la imagen y el fondo energiza la superficie de la pintura. La pintura se convierte en ese fondo cuyo aliento literalmente eleva la imagen. De la palpitación de los colores surge entonces el primer plano y su efecto de realidad, como una invención inmanente de la sustancia pictórica. El arte de Nicolas Kuligowski transfigura la imagen resultante de un proceso óptico, fotografía, película, video, a través de la materia. Así, a través del espejismo estético se transmite una nueva sensación cercana al intercambio sensual. De la sustancia de la representación surge una ficción a la que prestamos la coartada de una historia imaginaria.