Simon Blau

Parafraseando a Tennessee Williams Simon Blau afirma que la pintura es un compromiso consigo mismo y que no le queda otra alternativa. Su trabajo como pintor es un modo de existencia, una forma de escape arraigada en él.

Nacido en una familia de artistas, la pintura se impuso en él como la forma natural más inmediata de expresarse, como una lengua nativa compuesta de toques, colores, trazos, formas, compuesta sintácticamente, puesta en escena para presentar una cosa, fruto del asombro, de interrogatorio.

Su investigación pictórica se centra en el interior y el más allá, el límite y el infinito, las aperturas, los horizontes, la suspensión, el momento, la reproducción y su corolario mimesis, lo humano como fuente de conocimiento y razón de su propio desvanecimiento perceptual.

Su pintura con aspectos oníricos e incluso filosóficos se lee sobre todo como una invitación al campo de las posibilidades, al artista le gusta dejar las puertas abiertas, para afrontar incluso lo absurdo de los sueños disonantes.

Más allá de este enfoque conceptual, Blau se apega a la forma y prefiere dejar el significado a la apreciación íntima de cada persona. Reducir una obra a las palabras de un comentario es a veces amordazar su elocuencia interna: prefiere dejar que la “vida interior de las cosas" mencionada por Bergson susurre o que emerja la vida silenciosa de los “actores" de sus escenas. Ejercicio sensorial del acto de pintar.

En el acto de pintar se apega a sus sensaciones, le gusta oler el olor del color, el sonido de los valores, escuchar la “frasecita" de las formas, acariciar la materia, tocar el soporte, buscar el superficie de los gestos, escuchando el momento.

Para él, la pintura es un estar pleno y completo en el mundo, a la vez irrisorio y esencial.

Simon Blau, antiguo alumno de Bellas Artes y ganador de numerosos premios, incluido el del Instituto, ejerce su profesión lejos del tumulto.