Françoise de Felice, de ascendencia italiana a través de su padre y su madre francesa, nació en París, donde pasó sus primeros 20 años. De pequeña, su abuela le introdujo en el arte gráfico, quien había asistido a un taller de publicidad en la época del Gato Negro, contiguo al de Fernand Léger. Al mismo tiempo que la Sorbona, asistió a las Bellas Artes como auditora gratuita. Françoise tuvo como primer acercamiento la etapa ineludible del Impresionismo, que declinó en todas sus formas hasta 1982. Luego, dejó Francia y se instaló en Sicilia, donde el impresionismo francés ya no le bastaba. Los esplendores del barroco siciliano y la luz de la isla ayudando, comenzó a jugar entre desvanecimientos casi líquidos y una línea fina pero precisa. El estilo, su estilo, nació de la casualidad y del deseo. Hizo de su pintura una historia introspectiva, una forma de autoanálisis.
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