“Un día conocí a Eva. Tenía una expresión tan enojada en su rostro y parecía tan asustada que me asustó. ¿No iba a salir del dibujo completamente negro que tenía frente a mí y que la representaba? Cuando más tarde comencé a mirar la impresión de una foto de un girasol, fue Eva la que se me apareció de nuevo, ella era el girasol, atormentada, con el pelo como arrastrado por el viento, en un día tormentoso. Este encuentro de un universo que se funde en otro, estas dos imágenes que se hablan en secreto este “Eva-Tournesol” me produjeron una sorpresa pero también una alegría silenciosa. Este es el comienzo de esta serie de fotos ... Poco a poco va apareciendo luz, mucha luz hasta la saturación. Las flores se transforman en siluetas y pequeños detalles, imperceptibles a simple vista, se revelan como si el ojo se convirtiera en un microscopio para entrar al umbral de lo invisible. De camino a “marchitarse”, sutilezas de colores y expresiones. Movimientos de danza que expresan alegría, tristeza, quizás una llamada a la muerte. O aún posturas que recuerdan a la danza Butō, “danza del cuerpo oscuro”. Me mezclo con la planta, que se ha vuelto alucinatoria y peligrosa. Luego me alejo, las fotos se vuelven más abstractas, como manchas de tinta negra profunda hasta que la imagen desaparece ”. - Toshio Shimamura Con “Eva”, Toshio Shimamura vuelve a su motivo favorito de flores. Frente a la lente del artista, estos "bodegones" revelados de una manera tradicional basada en el cine, cobran vida de una manera singular. A través del juego de sus formas y texturas, sutilmente esculpidas por la luz, expresan su carácter personificado en una aparente quietud. Y la imagen que el fotógrafo nos devuelve con delicadeza es también la de entre la vanidad congelada y la danza de la muerte, del imperceptible movimiento del paso del tiempo, una poesía de belleza universal.