“La vida, hasta donde podemos recordar, es lo que sucede en los intervalos, entre acontecimientos, un sentimiento de felicidad fugaz, un dolor que olvidamos. »
Annie Ernaux – Los años
En “Las pequeñas cosas”, exposición colectiva visible del 20 de junio al 20 de julio en la Galerie Bessaud, 5 artistas franceses celebran la belleza escondida en la vida cotidiana, ayudándonos a percibir estas pequeñas cosas que, aunque a veces parezcan triviales, dan pleno significado. a la existencia.
Para Lola Ripoche, artista lionesa formada en la escuela Boulle y en la Escuela Nacional Superior de Artes Decorativas de París, es necesario mirar hacia arriba y prestar especial atención a lo celestial. Desarrolla así una investigación formal y conceptual sobre la captura de sensaciones de partículas y nubes, artefactos universales que sintetizan tanto cuestiones de representación como cuestiones vinculadas a nuestro vínculo con el medio ambiente, entre el humo, la contaminación y los cúmulos de buen tiempo. El artista desarrolla técnicas mixtas de sfumato que exploran las relaciones entre soporte y superficie para llevarnos a mirar lo que vemos.
Para Caroline Karenine, se trata de recordar e inmortalizar estos lugares y momentos que la acompañaron desde su infancia. Para ello, imagina ensamblajes orgánicos de fragmentos de porcelana, papel e hilo, en una abstracción poética inspirada en el impresionismo y el arte de los grabados asiáticos. El juego de tejidos y perforaciones del material funcionan como pinceladas y crean un mapa fragmentado de estos paisajes y estas sensaciones que desea recordar para siempre. De un recuerdo personal pasa a ser el de todos. Los únicos puntos de referencia en este mapa son los títulos de las obras. Como pistas, revelan una estación, un momento o un lugar.
Para Silvio Mildonian, la alegría radica en la evocación de los elementos simples que forjan sus raíces. En primer lugar, raíces antiguas y armenias, con un motivo cuyas variaciones explora obsesivamente: el albaricoque. De hecho, se dice que es fruto de Armenia y uno de sus fuertes símbolos. Cuenta una leyenda que Noé, al descender del arca y tras las inundaciones que azotaron la Tierra, replantó un albaricoquero. Sólo este árbol habría resistido en el corazón de estos suelos sumergidos, habiendo destruido el cataclismo todo a su paso. La fascinación ligada a esta solidez es una forma para que el artista materialice la fuerza desplegada por todos los seres vivos para volverse tan robustos como este árbol y resistir los caprichos de la vida.
Las segundas raíces que evoca son las de su región natal, entre Marsella y Provenza. Los representa con alegría y un aparente abandono que, sin embargo, esconde un riguroso trabajo compositivo. Parte de una serie de superposiciones, acumulaciones, replanteamientos y moviliza una amplia gama de herramientas y técnicas. Tiza al óleo, pintura al óleo, spray, acrílico…: el artista mezcla texturas y renderizados para experimentar mejor con nuevos enfoques y “domesticar el caos”, en sus palabras. El resultado es una pintura efervescente y exuberante, con una libertad asumida.
El artista Emile Orange, que vive y trabaja en Caen, utiliza un léxico figurativo, influenciado por la fotografía y el cine, para reapropiarse de lo que vive a diario. Crea imágenes narrativas en las que la luz de la iluminación eléctrica se mezcla con la de un sol demasiado bajo. El color es un elemento esencial en su obra, le permite expresar las fascinaciones e inquietudes que lo atraviesan. El uso de pigmentos fluorescentes hace que su pintura sea difícil de reproducir; sólo se puede disfrutar plenamente estando frente a ella. Sus referencias son tanto el silencio de Edward Hopper, las intrigas de Jacques Monory como las vibraciones de Nina Childress. En definitiva, transfigura las pequeñas cosas de su vida y les da una grandeza casi cinematográfica.
Para el artista Léo Dorfner, se trata de diseccionar y luego reordenar todos los fragmentos que configuran nuestra vida cotidiana: representaciones populares y mediáticas, iconos publicitarios, memes visuales... Dibuja una mitología del rock contemporáneo tan incrédula como es indisciplinado. A través de préstamos y citas, arreglos, collages y marcas, da forma a narrativas fragmentadas, a menudo absurdas y anacrónicas. Profundamente poética, su obra se basa en el gusto por la experimentación gráfica y el cuidado de la composición, en el centro de un juego plástico entre la textura del papel, la calidad de la línea, el matiz de los colores y las posibles leyendas que acompañarlos. Los relatos urbanos a los que nos invita revelan la bella impertinencia de su mirada y la capacidad de las superposiciones de imágenes para cobrar sentido, contra y contra toda lógica.
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