Disfruto representando figuras, a menudo mujeres y niños, y explorando una amplia gama de temas, desde cuestiones de identidad hasta recuerdos de la infancia y cómo estos moldean nuestra vida adulta. No son simples retratos, sino figuras que evolucionan en espacios poéticos donde la imaginación y la realidad se entrelazan. Mis pinturas se mueven entre la figuración y la abstracción. Me esfuerzo por mantenerlas accesibles, invitando al espectador a un mundo que resulta a la vez familiar y, en cierto modo, inquietante.
En mi obra, la naturaleza aparece con frecuencia como un espacio simbólico, un lugar de refugio, transformación o autodescubrimiento. Las figuras parecen recorrer paisajes que evocan cuentos de hadas o sueños, donde la belleza y el peligro coexisten, reflejando nuestros recorridos vitales y emociones. También busco un equilibrio entre la serenidad y la inquietud, un diálogo entre la alegría y la melancolía.
Mi trabajo es lento y se desarrolla por etapas. A menudo aplico capas de pintura, añadiendo gradualmente profundidad y textura. Es una forma de revelar algo oculto, tanto en la propia pintura, como en mi interior y en el interior de todos nosotros.
En esta nueva serie de pinturas, sigo buscando esos sucesos discretos, esos momentos fugaces, en el límite de nuestra atención, donde nada parece suceder, pero donde todo sucede en realidad. Es allí donde la pintura cobra forma: en las pausas, en el silencio, en ese tiempo que ya no se mide, sino que se siente. Los temas emergen así de la vida cotidiana: pequeñas observaciones, fragmentos de tiempo, momentos suspendidos. Dos niños pescan, pero quizás esperan algo más que peces… Estas pinturas oscilan entre la realidad y el sueño. Buscan existir en ese instante infinitesimal que las transforma en imagen. Fuera de campo…
Anna-Lisa Unkuri
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