Pintura Paisaje

En la historia del arte, la pintura de paisajes o de la naturaleza en general ocupa un lugar muy especial. Se distingue de otros géneros establecidos, como la pintura de historia, de género y el retrato. Tiene una historia muy rica y está representada en todos los continentes. Muy practicada en el arte occidental, también tiene mucha importancia en la cultura japonesa y china.

En Europa, a pesar de los esfuerzos constantes de los artistas por desarrollar este género desde la Antigüedad hasta en la época contemporánea, la pintura de paisaje no se asentó hasta los siglos XV y XVI, gracias sobre todo a las obras del pintor de Amberes Joachim Patinier. Por primera vez en el arte pictórico occidental, el paisaje es realmente el sujeto figurativo del cuadro.

Otro factor importante en la evolución de la pintura de paisaje como género pictórico fue el impacto de la influencia protestante en los Países Bajos. De hecho, el protestantismo rechazaba los iconos y prohibía las imágenes bíblicas ya que se sospechaba que estas provocaban una adoración idólatra.

Así, entre los siglos XVI y XVII, se desarrolla toda una franja de artistas flamencos y holandeses especializados en la representación de escenas pastorales, bodegones y paisajes de todo tipo: paisajes otoñales, paisajes nevados, paisajes de Provence, paisajes de jardines, paisajes campestres, etc.

El pintor francés Claude Gellée, conocido como le Lorrain, está considerado por los historiadores del arte como el que elevó a la pintura de paisaje. Pero también podrían mencionarse artistas como Watteau, Vermeer y El Greco, cada uno con su estilo pictórico característico.

A partir del siglo XIX, la pintura de paisaje dejó de ser meramente decorativa y no tenía nada que envidiar a otros géneros. La mayoría de los pintores se inspiraron en las técnicas de este género, y su producción igualó en cantidad a la del retrato.

La llegada de la fotografía en la década de 1850 y el desarrollo del Romanticismo también tuvieron un papel importante en la democratización del paisaje como tema principal de la obra. Por otra parte, la industrialización masiva llevó a muchos artistas a elevar la naturaleza al papel de expresión sublime de una "verdad" que se había perdido en las ciudades. William Turner y Caspar David Friedrich utilizaron la representación de la naturaleza como medio para comunicar estados de ánimo melancólicos y torturados, para representar las emociones en su forma más pura. Por último, los viajes estaban glorificados. La búsqueda del exotismo motivó el movimiento orientalista, que reivindicaba una visión fantaseada de las tierras extranjeras.

A finales del siglo XIX, el Impresionismo, sobre la obra de Claude Monet, supuso una auténtica revolución en la práctica de la pintura de paisaje. Este movimiento marcó un punto de inflexión decisivo al no destacar la exactitud naturalista de la línea y el parecido con el modelo, sino en los efectos de la luz. El cuadro de paisaje ya no debe ser idéntico al sujeto, sino expresar una impresión subjetiva y una percepción singular.

A lo largo del siglo XX, varios movimientos artísticos reinterpretaron el arte de la pintura de paisaje. Los molinos simbolistas de Piet Mondrian pueden contrastarse, en la misma época, con las casas sobrias y solitarias del realista Edward Hopper. El cubismo, el surrealismo e incluso el movimiento abstracto también pusieron a prueba la pintura de paisaje.

En resumen, este género se convirtió en un imprescindible a  partir del siglo XIX, aunque el deseo de representar la naturaleza no siempre tuvo la misma meta. También podemos destacar a los cuadros de Van Gogh, como su famosísima obra Noche estrellada.

Para descubrir toda la variedad de la pintura contemporánea de paisajes, ya sea en acrílico o al óleo, sólo tiene que echar un vistazo a nuestras obras. Sumérjase en paisajes rurales, cuadros de playa o de montaña, así como en bosques y cuadros de árboles.

Viaje a través de los encantadores paisajes de Luis Alvarado, las composiciones oníricas de Zakaria Aboukhriss, los paisajes cubistas de Thomas Delalande o los floridos cuadros de Diana Malivani.