Raúl Lara Torrez

Raúl Lara Torrez es considerado uno de los pintores bolivianos más importantes del siglo XX. Fue representante de lo que se denomina estilo barroco-mestizo, surgido principalmente en los pueblos andinos de Bolivia. En un sentido más amplio, su estilo a menudo se clasifica como el equivalente pictórico del movimiento del realismo mágico literario latinoamericano. Sus personajes encarnan ese “medio" cultural de origen indio y europeo juntos. Mineros y campesinos entran en un nuevo universo, la gran ciudad, y tratan de adaptarse a él en busca de mejores tiempos. Las obras de Raúl Lara reivindican el “Cholo ", el mestizo, usándolo a él y a su entorno como temas principales en muchas de sus pinturas.

Raúl Lara nació en el centro minero San José en Oruro. Comenzó a pintar a los 11 años en el estudio de su hermano mayor, Gustavo, 9 años mayor y ya artista. Gustavo reconoció de inmediato el talento de su hermano y le brindó lecciones de pintura enfocadas principalmente en la pintura de paisajes. A los 14 años, Raúl organiza su primera exposición individual en el norte argentino con pinturas que representan escenas del folclore de Oruro y Jujuy. El poeta argentino Domingo Zerpa visitó la muestra y quedó tan impresionado con sus pinturas que invitó a Raúl a mudarse a Buenos Aires.

En 1957 Raúl Lara ingresó a los talleres de la Asociación para el Fomento de las Bellas Artes de Buenos Aires, y en 1959 pasó a formar parte del Grupo Espartaco, integrado por destacados artistas argentinos. Fue becado por el Fondo Nacional de las Artes de Argentina para asistir a la Escuela Superior de Bellas Artes “Ernesto de la Cárcoba", la más prestigiosa del país, donde se especializó en muralismo y luego se convirtió en profesor.

En la década de 1970 su hermano Jaime Rafael Lara Torrez fue secuestrado y desaparecido bajo la dictadura argentina. Este hecho obligó a Gustavo y Raúl a “autoexiliarse" y regresar a Bolivia, donde lamentablemente, en ese momento, se encontraron con otras dictaduras emergentes. En Bolivia, Raúl Lara fijó su residencia en Cochabamba, donde pudo seguir trabajando. hasta su muerte en 2011.