Jacques Kedochim

Jacques Kedochim, cruzando los mundos.

En un singular equilibrio de apariciones y desapariciones, pinta la ciudad y sus misterios, sus ventanas resplandecientes, los transeúntes cuestionando sus deseos, la soledad.

Entre lo real y lo irreal, los universos urbanos de Jacques Kedochim provocan la inquietante sensación de deja-vu; esa sensación de haber vivido ya la situación pintada. Pasos de cebra, miradores, farolas… Como el recuerdo de una vida pasada, creemos reconocerlo todo en este paisaje reconstituido por filtros superpuestos donde las siluetas en movimiento se vuelven fantasmales, donde lo conocido se transforma en lo desconocido.

Aparece una visión poética y onírica de la ciudad. En este espacio de libertad, una experiencia hipnótica nos invita a recorrer un recorrido urbano no convencional que se está recomponiendo. La decoración es cálida pero lo que se subraya es la creciente individualidad.

“La ciudad es el lugar donde la soledad humana es más evidente y, sin embargo, más a menudo ignorada. Los transeúntes, seguros de no ser observados, desfilan por los barrios ricamente iluminados donde se exhiben objetos de codicia y deseos muchas veces irrisorios. »

El pintor trabaja sus composiciones superponiendo planos alrededor de un punto focal, a menudo un personaje. Luego inserta el color, equilibra las masas coloreadas, añade, quita y reemplaza los elementos visuales. El estampado, los colores planos luchan con la figuración y la línea clara. Los estratos se acumulan, se combinan, se entrelazan para formar un conjunto único. El artista excava el sentido soterrado hacia refugios memoriales donde la realidad se codea con la aproximación, y la deconstrucción con la representación.

En la esquina de una calle, nos transporta vertiginosamente hacia una inmersión envolvente, en el corazón de su propio inconsciente.

“Al superponer campos visuales busco ilustrar el hecho de que no podemos abarcar de un solo vistazo la extensión de lo que queremos comunicarnos y que es necesario cambiar de enfoque para percibir una parte más oculta. »

Para sustentar esta intención utiliza el reflejo, la transparencia, el efecto espejo y la fragmentación de la imagen.

El artista cuestiona la incertidumbre del ser, la pérdida y el redescubrimiento de uno mismo.

Sus decoraciones exteriores son las imágenes de un mundo que lleva dentro.

Se trata del encuadre, de la búsqueda del equilibrio entre formas y colores, entre gestos y signos, entre luz y oscuridad.

“La luz necesita de la sombra para existir (…) por eso, este momento del día en que la luz disminuye para dejar que la sombra se asiente me parece el más propicio para transmitir mis intenciones. »

Bajo esta luminosidad muy particular -entre perro y lobo- el campo de lo imaginario se ensancha con fluidez hacia la revelación.

Las obras de Jacques Kedochim son impresiones contemporáneas donde la borradura, la apariencia y la vibración se rozan con la mirada. De las capas superiores a las inferiores, atravesamos varios mundos hacia una nueva dimensión. Carolina Canault.