Benoît Mercier

La obra de Benoît Mercier busca revelar la esencia de las cosas o los seres. Más allá de las apariencias, los artificios, desnuda, simplifica, purifica para llegar a la profundidad, donde germina la naturaleza de las cosas, donde florece la vida. Es esta vida que insufla en sus obras la que ha marcado toda su dinámica.

Lejos de detenerse en la superficie de los seres, Benoît Mercier los sugiere a través de su silueta. No hace falta que el detalle de un rostro exprese lo que lo anima, su silueta lo resume. Sus personajes están representados por contornos estilizados, una línea depurada, que en ocasiones le lleva a tender a la abstracción.

Su obra es una estética de la línea.

En el origen de esta adicción, el asombro ante las líneas que ofrecen los paisajes, las crestas de los cerros en la niebla, las ondulaciones de los desiertos y el llamado de horizontes lejanos, los bordes... Estas líneas son siempre fronteras entre dos mundos, entre dos materiales... de su confrontación nace la vida. La línea no se separa, es una zona de fecundación.

La línea de Benoît Mercier se reconoce por la libertad del gesto, la flexibilidad de la secuencia que es a la vez tierna y dinámica, tendiendo hacia la precisión del sujeto.

En sus obras 3D, su línea se desarrolla en el espacio. Para sus esculturas de metal, parte de una lámina plana que corta y moldea torciendo, doblando, doblando…. La vida se manifiesta tan pronto como la figura plana adquiere volumen. Luego se forman partes cóncavas, otras convexas, sobre las que viene a jugar la luz. El vacío creado entre las figuras de chapa toma forma, el vacío se llena. Entre el trabajo de la línea, el trabajo de las curvaturas y los pliegues, el trabajo del vacío y la plenitud, el trabajo de la sombra y la luz, surca la profundidad para sacar la luz.

Benoît Mercier lleva 20 años esculpiendo. Dibujante, pintor, grabador y diseñador, vive y trabaja en Dinan.