Jerk45

A través de un universo fantasmagórico, colorido y abundante, Jerk nos lleva a las profundidades de su imaginación, donde logra combinar -utilizando herramientas y estilo clásicos- todo el espíritu cáustico de sus años punk, su entusiasmo emocional por los setenta y las grietas de la infancia. . En esta jungla interior, sus quimeras -personajes mitad animales, mitad robot que deambulan por cada una de sus obras- tocan los cinturones de transmisión de sus ansiedades y obsesiones, acentuando aquí el odio al extremismo o allá, la burla de una fe ciega. Con la mirada fija en el pasado, trabaja para restaurar imágenes retro, a través de collages de revistas de época que colecciona o con la ayuda de escombros de carteles recuperados en el metro de París. Un bricolaje meticuloso sobre composiciones existentes, llevado por una impresionante obra de archivo, digna de un historiador que arrasa el siglo pasado. Más que un simple pintor, modela con lo antiguo para evocar mejor el presente. En un examen más detenido, Jerk no está lejos del activista del desarrollo sostenible, reciclando en sus lienzos los clichés que se encuentran en los mercados de pulgas. El resultado es una vasta basura artística, una obra híbrida de una consistencia escandalosa.