Florence Chevaux

Florence Chevaux: La pintura como brote de imaginación

Hay mineral y floral en la obra de Florence Chevaux. Cada lienzo que crea con tinta y pintura acrílica es como una losa de mármol cuyas vetas revelan delicadas flores que parecen brotar del color y la materia. En una pintura alternativamente fluida y espesa, transparente y opaca, los colores cristalinos combinan la frescura del verde, el azul, el rosa con la sobriedad del gris, como una vegetación que crece bajo la superficie de la piedra.

La naturaleza parece estar así en el centro de la práctica de esta artista que ha mantenido desde una primera carrera dedicada a la relojería la minuciosidad con la que trabaja los pigmentos, pero también con la que las formas aparecen tanto como se disuelven sobre el fondo blanco. Y si su trabajo anterior requería maestría y precisión, la pintura le permite experimentar con la aleatoriedad de estos patrones que surgen del encuentro de la pintura y la tinta. Nos corresponde entonces encontrar allí figuras, como hace el soñador al mirar las nubes, o simplemente apreciar la armonía de las formas obtenidas.

En esto, la pintura de Florence Chevaux es una pintura de los vivos. Llenas de gracia y libertad, sus composiciones nos trasladan al corazón de la materia, la geológica y la vegetal, pero también la pictórica, y nos sumerge en un universo onírico donde es bueno perderse. Collares de flores, explosiones de especias, extrañas criaturas del abismo,… todas las interpretaciones son posibles en estas obras donde a Florence Chevaux le gusta dar vida a la pintura.