Como un explorador, Alexei Lantsev recorre el mundo en busca de una experiencia sensible, lo más cercana posible a la realidad y sus manifestaciones. Comúnmente llamado escape, esta experiencia es similar a una búsqueda, una peregrinación que lleva al artista a cruzar las fronteras de diferentes países. Más allá de las impresiones ordinarias de los viajes, su obra presagia la respuesta a una necesidad esencial y existencial del ser humano: ser libre. Alexei Lantsev ofrece así una definición de un mundo que bordea un ideal, un mundo de viajes e influencias. Es a través de grandes zonas monocromáticas que el artista expresa una iconografía, haciendo voluntariamente la analogía con una ventana que capta con franqueza y precisión las mínimas variaciones de luz durante el día. La pintura de Alexei Lantsev encarna definitivamente un homenaje a la diferencia y al altruismo del Arte: el artista se inserta valientemente en el mundo y sus caprichos, incluso en sus períodos más oscuros.
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