Oliver R. Meschnig

Nacido y crecido en la vecindad de tres fronteras, el artista llevaba en su sangre el desafío de los umbrales y los límites antes incluso de reconocerlo. Mientras superaba los grilletes de la ignorancia y la presión al conformismo de sus compañeros y los dejaba atrás en su fanatismo, nunca dejó de luchar y combatir estos rasgos de la sociedad. Mientras tanto, los sentidos se agudizaron y se educaron a través del estudio de la filosofía, donde fue tocado y profundamente conmovido por los pensamientos nietzscheanos y deleuzeanos. La vía dionisíaca a las artes siempre fue intrigante como fuente, como un pozo y como un portal a los espacios siniestros, oscuros y torcidos de la mente. El Rizoma, por su parte, prescribía una forma de canalizar estos pensamientos y emociones de manera horizontal, serpenteante, cada vez más amplia y evolutiva. Una vez establecido el camino, el artista no se dio cuenta enseguida de su importancia. 

Demasiado estrecho de miras era por sí mismo. Demasiado obstinado para aceptar que el camino no era el del papel y la tinta, sino el de la pintura. Pasaron los años y el recurso permaneció intacto y latente, pero sin embargo poderoso y culminante. Hasta que llegó un momento -hace algunos años- en el que la energía que le volvió loco durante largos periodos de su vida, salió a la superficie. Más que eso, no se trataba de una liberación pasiva, como la apertura de una válvula. Fue un mero tallado doloroso de las entrañas de la bestia desconocida que se llama mente y una transgresión de las profundidades siempre amenazantes del alma. Esta dicotomía de la superficie y la profundidad, de la emoción y el pensamiento, así como las dualidades con las que nos encontramos a diario, como lo digital y lo analógico, lo social y lo individual, lo político y lo privado, se muestran como una cara de la moneda de la diferencia agnóstica en las pinturas de los artistas. Todas las oposiciones que se aniquilan a sí mismas estallan y, al mismo tiempo, son expurgadas a través de un arrebato maníaco y delimitador y se hacen caer sobre el lienzo con cada pincelada.