Isabelle Crevier

Isabelle Crevier nació el 20 de septiembre de 1957 en París, de madre canadiense y padre francés. A la edad de 2 años, dejó Francia y viajó por África, siguiendo las misiones profesionales de su padre, un ingeniero. El viaje durará 13 años, entremezclados con retornos a Francia, donde toma prestados por primera vez a los 6 años los pinceles de su abuela, pintora aficionada, residente en Provenza. Adolescente, luego adulta, Isabelle Crevier parte esta vez hacia Egipto, Marruecos, India, Birmania, Nepal, Tailandia e Indonesia. Las emociones se tejen a partir de un mismo hilo, en el mismo lienzo, se enriquecen los recuerdos, para grabar con nuevo relieve estos mundos diferentes. Es buscando un lenguaje propicio a todas estas adaptaciones, a todas estas variaciones de latitud, que Isabelle pinta. Si su formación académica le permitió explorar todas las técnicas pictóricas, su encuentro con la obra de Nicolas de Staël fue decisivo. El aceite, el cuchillo, el material y el color le encantan literalmente. Entonces sabe que será pintora y definitivamente adopta el cuchillo para hacer vibrar los colores de la pintura al óleo. Su diploma de diseñadora de interiores, adquirido en 1981 en la Escuela Nacional de Artes Aplicadas, la hizo desviarse hacia la Direction des Musées de France, para la que diseñó la puesta en escena de exposiciones, el dibujo de mobiliario y la reestructuración de salas de museos. Este paréntesis de 10 años no le hará perder de vista su pasión por la pintura, al contrario. Aprovecha su libertad de expresión para incursionar en diversas direcciones y lenguajes pictóricos: se mueve de una orilla a otra, del academicismo más formal a la abstracción más desenfrenada, del dibujo a la pintura, prueba todas las técnicas, prueba todas las instrumentos, hace diariamente sus escalas y recorre caminos de los que ni siquiera conocía la existencia. En 1990 a los 33 años, es el regreso exclusivo a la pintura. Su obra está organizada y las exposiciones se multiplican en Francia y en el extranjero, en galerías y salones, pero también en lugares más insólitos como sedes de empresas, clubs y restaurantes. Desde 1998, la galería Arsinoé expone sus nuevos cuadros de forma permanente, en el CNIT de La Défense, luego en París, en el Palais des Congrès desde 2006.