Arthur Coulon ( TonK )

Y por una buena razón, después de un coma de dos semanas, este joven experimentó un pensamiento privado de palabras. Obligado a expresarse a través de la imagen pura, tuvo que experimentar un redescubrimiento iniciático total. Liberado de las palabras, liberado del habla, liberado de la referencia a la historia del arte, a los demás, llegó al arte por la libertad de ser uno mismo, por el deseo de vivir. Es esta libertad que emerge en cada momento lo que te invitamos a descubrir. Es una prueba de que la imagen piensa por sí misma, que la obra no necesita un discurso ni un juego de referencia para ser, mostrar, asombrar. No se deben usar palabras, porque es un mundo que no las necesita. Un mundo de (re) descubrimiento donde todo queda suspendido, más fantasmal que impresionista. Aquí no hay diferencia entre el interior y el exterior, los dos se funden, conviven. Sin embargo, qué difícil es entender este extraño doble, esta parte de nosotros que nos extiende y se hace pasar por una frontera. Solo queda volver a dibujarlo y sin aflojar: así Arthur pasa del negro al color, del color a la forma. Ve que todo es color, una sucesión de capas. El cielo interior no reconoce ninguna forma geométrica. La vida y sus componentes no son más que impresiones de palabras y colores. Estas son palabras compuestas, amalgamaciones de depósitos. Este mundo es al mismo tiempo hueco, plano y saltante. Todo es sensible al estado de ánimo del ser que se inclina sobre él. El recién llegado no amansa su decoración. Lo tortura lo que ve. Un marrón fangoso con manchas negras rodea un espacio donde cae el ser del centro, retorciéndose de dolor. Se topa con los colores pero vuelve a su centralidad. Se mueven, se construyen con él, como componentes de su ser. Son su extensión. Los tonos emiten un gemido. Esta música es la de los colores. La mancha que acompaña al sonido, el sonido que se construye en imagen, la imagen en significado, el significado en angustia. La hora del lobo de donde salen las imágenes no es un intento de permanecer despierto, es un intento de seguir siendo lo que fuimos desde el anochecer: un hacedor de sueños.