
Francia
Biografía
Anne Saint-Girons trabaja en un pequeño pueblo de los Pirineos Atlánticos, frente a las montañas. Es allí, en el ambiente acogedor y cálido de su casa de madera, donde encuentra la serenidad para pintar la vida. Da a luz una pintura con un estilo muy personal, atemporal, muy dibujado, cada vez más colorido, donde los modelos contrastan con las zonas planas, donde se entremezclan los meandros de líneas y curvas. Su primer choque estético data de la infancia, cuando vio una vista de Pompeya. De ahí esa sed de descubrimientos artísticos que no la dejarán más y la lleva desde muy joven a apasionarse por el dibujo y la pintura que practica asiduamente. Su formación en la Escuela del Louvre, de la que se graduó con honores en Historia del Arte y Museología, estos años de agrimensura de museos le dejaron una huella imborrable. Por tanto, podemos decir que sus influencias son múltiples y abundantes, aunque sea en la encrucijada de los siglos XIX y XX donde hará encuentros preponderantes para su propia expresión pictórica con artistas como Gustave Moreau, Odilon Redon, Auguste Rodin o Gustave. Klimt. De personalidad sensible, Anne asume espontáneamente una mirada muy personal a la realidad, centrada en los problemas del estar en el mundo, de los vínculos entre las personas, de la transmisión o del paso del tiempo. Sus pinturas están a la escala del individuo. Siempre figurativos, están poblados por muchos personajes cuyos cuerpos, tanto como sus rostros, reflejan sentimientos y pensamientos. Pintar, dar a luz en el lienzo seres que de repente cobran vida: este es su placer constantemente renovado, su gran asombro, su necesidad.
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