Marie-Edmée Séguin

Marie-Edmée Séguin pasó su juventud en Auxerre y sin dudarlo se dedicó al arte. Danza, música, dibujo, pintura... François Brochet, escultor de Auxerre, le regaló su primera caja de óleos cuando tenía 15 años.

Siguió una formación artística con Jean-Michel Colignon, profesor de las Bellas Artes de Amiens, y luego en París (universidad de artes plásticas, talleres libres de Bellas Artes, taller de la Grande-Chaumière).

En los años 70 se convirtió en directora de arte en el sector de la publicidad, y luego en ilustradora independiente, lo que la llevó a dar clases durante muchos años en la Académie Charpentier (París-Montparnasse).

Al mismo tiempo, continuó su investigación formal, alternando entre la figuración y la abstracción. La figuración, por el gusto por el dibujo en todas sus formas y la curiosidad por el otro, ya sea una brizna de hierba o un animal humano. La abstracción, en una búsqueda de la libertad, el gesto, la energía, la exploración del color y también la espontaneidad. Así la pintura baila, canta, cuenta la luz y sus juegos con la materia, celebra la vida y la belleza.

Sus maestros son Toulouse-Lautrec, Picasso, Hartung, Viera da Silva, Hockney, Matisse, Boticelli, Joan Mitchell... y también el Tai Ji y la caligrafía china.