Françoise Baron

Nacido en Bretaña en 1955, descubrí la escultura cuando tenía 20 años. Mi encuentro con la arcilla, su textura, su sensualidad y las posibilidades de libertad que ofrece el modelado darán un vuelco a mi vida.

Paralelamente a una actividad profesional, estudio modelado y trabajo con la tierra en diferentes talleres en París.

Mis piezas de generosas curvas se inspiran sobre todo en el ser humano, real o transpuesto, en todo su esplendor y complejidad. Mi arte actual se acerca al cubismo, mezclando sutilmente formas figurativas con un enfoque poco realista.

Me encanta el contacto con la tierra: la textura de la arcilla, su sensualidad y sobre todo las infinitas posibilidades de creación que aporta.

Trabajo principalmente para mi placer, escuchando mis deseos y mis emociones, el acto de creación es para mí verdaderamente jubiloso. Modelar es una salida, una necesidad, un lenguaje, una forma de transmitir mi visión del mundo, mis ideas, mis sentimientos.

Finalmente, el bronce permite la culminación y otra revelación de mi escultura. Cada escultura cuenta una historia tomada de mi experiencia, mis emociones, mis revueltas.

Me gusta representar al ser humano, hombre o mujer y transmitir sentimientos fuertes que a veces son tranquilizadores, a veces más inquietantes. Mis obras maduran durante mucho tiempo en mi mente antes de tomar forma. Cuando llega el momento de crear, siempre busco la curva perfecta, el gesto ideal, la forma que resuene con el conjunto. La escultura terminada debe vivir desde el interior.

En 2011 trabajé en mi serie titulada “Descomposición”. Entonces me inspiro en la forma de hacer Lipchitz o Archipenko para crear piezas con emociones fuertes, que representen la serenidad o el dolor de mis personajes. Al alejarnos de la realidad, se abren otras perspectivas que nos permiten decir más.

En 2016, avanzo en paralelo hacia formas más reducidas con mi serie "cruda".