Miklos Bokor

Nacido en Budapest en 1927, Miklos Bokor fue deportado a Auschwitz y Buchenwald en 1944. “Algo sucedió en Auschwitz que permanece al acecho en la sociedad como un vacío, una herida que no sana”, dice Bokor. Al volver de entre los muertos, el que ha vivido en su carne y en su mente la experiencia de la deshumanización comienza a pintar lo indecible.

“Pienso antes y después, pero cuando pinto, no pienso. No tomo ninguna decisión, es después de lo que veo: así fue. Y si hiciera lo contrario, si dejo que mi voluntad decida, resultaría en un fracaso. Hay que abdicar de uno mismo, abdicar de quererlo todo; hacerse abierto, disponible, ser sólo caja de resonancia. "

A continuación, Bokor pinta lienzos de gran tamaño en los que predominan los colores tierra, de los que parecen emerger inquietantes siluetas, con rostros sin mirada.

Pero en cada lienzo, la estética del dolor es atravesada por la energía vital de estas figuras humanas que, en un movimiento de marcha, lucha, huida o súplica, no dejan de gritar su voluntad de existir.

“Los cuerpos abiertos se desprenden de su destino, olvidan sus fragmentos de Historia, sus vacilaciones siguen siendo terribles pero el entorno que les rodea es sólo melancolía”, describe Alain Tapié.

Muchos poetas y críticos han escrito sobre la obra de Bokor. Entre ellos: Yves Bonnefoy, Georges Duthuit, John E. Jackson, François Chapon, Philippe Dagen, ...