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NUESTROS ARTISTAS DEL MES: CHEMA MADOZ
El fotógrafo español Chema Madoz lleva más de 30 años fotografiando objetos corrientes. Sus refinadas fotografías en blanco y negro muestran objetos comunes que han sido astutamente manipulados por el propio Madoz, colocados fuera de su contexto original y unidos para crear una nueva realidad antes de fotografiarlos. Es poesía visual.
El mundo de las paradojas visuales es, de hecho, una celebración de la fotografía. Madoz crea sus peculiares objetos sólo para fotografiarlos; no los expone ni los utiliza después, existen exclusivamente para la cámara. Estos objetos (re)contextualizados cargan las fotografías de Madoz de símbolos, metáforas y dobles sentidos. Madoz construye a partir de estos objetos una nueva realidad ficcionalizada y documenta su efímera existencia.
Madoz fotografía un género tan antiguo como el propio arte. Las naturalezas muertas han sido el centro de atención de los artistas desde las pinturas rupestres y también han sido un tema recurrente en la fotografía: William Henry Fox Talbot, Emmanuel Sougez, Joel-Peter Witkin, Wolfgang Tillmans o Jeff Wall, entre una lista interminable, han fotografiado naturalezas muertas. Pero las fotografías de Madoz (re)presentan el género con una retórica distintiva. Como señala Cristian Caujolle: "La obra de Madoz se articula mediante objetos engañosos que, tras su apariencia regular, esconden una extrañeza que crea una nueva apreciación de los mismos". Según Caujolle, esa nueva apreciación es la que impide que las fotografías de Madoz sean bodegones tradicionales.
De hecho, lo importante en la obra de Madoz no es lo que vemos sino lo que no vemos. No lo que se muestra sino la forma en que las fotografías de Madoz introducen y utilizan diferentes elementos. Las fotografías de Madoz necesitan nuestra participación para ser completas. Nos obligan a pensar dos veces en lo que vemos, y ahí, en nuestro intelecto, se terminan y se cumplen. Esa exigencia de nuestra participación, podría decirse, les impide estar quietos. Más que representar naturalezas muertas, Madoz produce imágenes "quietas".
Lo primero que hacemos al ver una fotografía es buscar la narración, la historia y el argumento. Paradójicamente, lo que constituye la verdadera esencia de cualquier fotografía es lo que se oculta o no se muestra, lo que se deja a nuestra interpretación e imaginación. Miramos las fotografías de Madoz pero, de repente, nos damos cuenta de alguna rareza en ellas, y las volvemos a mirar con más detenimiento. Una vez que hemos examinado las fotografías de Madoz no tenemos que volver a mirarlas, sólo tenemos que pensar en ellas; están instaladas y ancladas en nuestra mente con su compleja simplicidad. Las fotografías de Madoz no están hechas sólo para ser vistas; también están hechas para ser pensadas, meditadas, y por tanto para ser, en todos los sentidos, contempladas. Y es precisamente por eso que las imágenes de Madoz son tan extraordinarias; sus paradojas visuales necesitan nuestra deducción, nuestra meditación; están creadas para ser interpretadas y concluidas en nuestra mente.
Y es aquí donde las fotografías de Madoz en verdad funcionan, no en el papel, sino dentro de nuestro compromiso intelectual. Son instrumentos para pensar y reflexionar. La tensión entre lo que el ojo ve y lo que el cerebro lee nos convierte, como espectadores, en un elemento esencial de la obra de Madoz.
Como espectadores, buscamos la semejanza en las fotografías de Madoz, vemos lo que hay y cómo es, pero también lo contrastamos con lo que conocemos. Si las fotografías de Madoz funcionan como un engaño no es porque nos engañen, sino porque nos dejamos engañar. Y lo hacemos porque las malinterpretamos a primera vista; pero pronto nos damos cuenta y dejamos de malinterpretarlas, para leer con más atención lo que realmente hay es la fotografía, tal y como es, y no como creemos que debería ser o como creíamos que era. De hecho, las fotografías de Madoz son impresionantes porque esa primera lectura errónea, la distracción y la confusión, provocadas por la destreza de Madoz, constituyen su propia esencia.
Las fotografías de Madoz se titulan "Sin título", lo que constituye en sí mismo una paradoja. De hecho, al titular sus fotografías "Sin título", lo que hace Madoz es, paradójicamente, (des)titular sus fotografías. Madoz juega con la poesía (visual) del lenguaje y con la compleja sencillez de sus (re)presentaciones contextualizadas que, a través de la semejanza y la distracción, se interpretan en nuestro intelecto, llevándonos a un estado no sólo de doble contemplación sino de interacción; dándonos, en todo caso, algo que no teníamos antes.
- Pedro J Vicent Mullor
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