Male Nude V (29 Palms, CA), 1999
Stefanie Schneider

Desnudo masculino V (29 Palms, CA), 1999, 20x20cm, Edición 3/10, C-Print digital, basado en un certificado Polaroid original y una etiqueta de firma del artista Inventario # 21971.03 no montado EL MAYOR EL VACÍO EL GRANDE EL ARTE - Stefan Gronert ¡No “veintiséis gasolineras” sino “29 Palms, CA”! Cuarenta y dos años después del legendario libro de Ed Ruscha, no hay ninguna estación de gasolina al comienzo del libro que tenemos aquí. En cambio, es Radha de corazón abierto, con cabello naranja, overoles de color rosa y una mirada tímida, o más bien astuta, que se dirige hacia abajo, ¡con la que comienza este libro! Y con ella y con Max - atención: una mujer -, una cuya apariencia está de acuerdo con el mismo estilo, también llega a su fin - después de que Radha, mientras tanto, se haya coloreado las uñas de rosa, nuevamente dotada de la misma franqueza. y la misma mirada que ahora, sin embargo, revela en combinación con su expresión facial alterada un "solterona" que se aleja del espectador. Esto puede servir como un ejemplo de una transformación vívida y comprensible que desemboca en una representación a gran escala de un asentamiento triste bajo un cielo azul brillante: allí una figura, perdida de inmediato, se ve abrumada. Cuadros que en 1998/99 se reproducen bajo el duro sol de California o en espacios que no son precisamente acogedores y confortables. "Juego" es la palabra correcta a este respecto, porque precisamente en vista de las imágenes de personas, queda más que una simple duda sobre si estamos mirando escenas escenificadas o simplemente hemos tropezado con la tensa "realidad" de un (aspirante) mundo del cine. Sin embargo, no todas las imágenes tienen el mismo carácter de un mundo plástico deslumbrante. Al hojear las páginas, también encontramos escenas sin pretensiones, literalmente "sin color" en interiores indefinidos, o vistas poco espectaculares que se asemejan a una naturaleza muerta y se abren a una tierra de ninguna parte. Lo que conecta a todos los participantes en estos mundos de imágenes es la observación de que parecen estar agotados, perdidos, vacíos o inseguros acerca de su existencia. Casi se recuerdan las miradas vacías y la soledad de los protagonistas en los cuadros de las grandes ciudades pintados por Manet o Degas en la era del Modernismo Temprano. Con una excepción, todas las fotografías que aquí se reproducen, que originalmente miden 60 por 70 cm pero que aquí, en su tamaño y configuración actuales, hacen un uso productivo de las posibilidades que presenta el medio del libro, manifiestan varios elementos de B- películas: personas fumadoras, desnudas, maquilladas y musculosas que no se inclinan por ajustarse del todo a la visión de los sueños de Hollywood. Belleza y aflicción, erotismo y soledad entran en una mezcla que revela la brecha entre el deseo y la verdad. Desde la distancia, uno recuerda las “imágenes fijas de películas sin título” de Cindy Sherman, que en este sentido no son tan drásticas. Sin embargo, mientras que sus fotos de los años setenta se caracterizan por un modo de representación fresco y objetivo al historizar el blanco y negro, las fotografías de Stefanie Schneider muestran un lenguaje visual suave, a veces aparentemente pictórico, con una coloración que va desde lo pálido hasta lo artificial. Como en muchas otras imágenes de Stefanie Schneider que a menudo se nos presentan como secuencias, estas fotos remiten también a los estereotipos perceptivos del cine. Haciendo uso de la fotografía instantánea, a partir de la cual surgen impresiones en C significativamente ampliadas, sus imágenes evocan la impresión de una narración sin convertirse finalmente en parte de una trama que se puede leer de manera lineal. La ilusión del elemento narrativo, sin embargo, simplemente realza la experiencia de una renuncia a este aspecto. Los títulos de las imágenes, y también el título de esta publicación, no brindan una ayuda real para la construcción imaginaria de una historia. Sin embargo, vuelven los nombres que incluyen el nombre de la propia artista: de ahí que no sea todo un juego, sino una serie de imágenes auténticas e instantáneas, o después de todo, no es más que una puesta en escena, un juego: ¿qué tan real es la vida? ? La escasez de elementos de la trama, que contradice todas las expectativas de un estilo cinematográfico, así como el vacío y la soledad de las personas, entra en una asociación peculiar, a veces aparentemente surrealista, con la magia de las extensiones bañadas por el sol del paisaje onírico. Así como se estimula la fantasía y la imaginación del espectador, también en gran medida la redención de estas figuras visuales del amor se hunde en un vacío cuyo esmalte es creado, sobre todo, por la peculiar borrosidad de la representación fotográfica. El carácter aparentemente amateur de estos cuadros, que en ningún caso han sido tratados con excesiva escrupulosidad, nos deja con una estimulante incertidumbre en cuanto a su interpretación, en la que los ámbitos de la realidad, la ficción o el sueño apenas pueden diferenciarse. . Así, las lagunas y la apertura escénica de lo que se presenta finalmente ponen en marcha una autovaloración. Entonces, ¿qué queda después de “29 Palms, CA”? Quizás esa esperanza que se desvía del dicho de Ruscha que se cita en el título: ¡Cuanto más fuerte sea la fotografía, mejor será la realidad! Traducido por George Frederick Takis