André Aragon

Después de un año en las Bellas Artes, construí mi itinerario artístico gracias a numerosos cursos y pasantías técnicas: dibujo, acuarela, acrílico, óleo, tintas, pasteles, collages, pero también grabado, escultura, modelado.

Seguí una formación de arte-terapeuta donde me interesaron mucho las mediaciones además de la pintura como la escritura, la arcilla o la danza. Influenciado por la Escuela de París, el Expresionismo Abstracto, Cobra, Dubuffet y el arte singular, trabajé en una pintura expresiva de la que algunas obras forman parte de la colección de “Art Cru” en Burdeos. Mis preguntas de esa época buscaban conciliar sentido y energía, con el énfasis en el gesto material y pictórico.

Después de un período de pausa, el deseo de pintar regresó a través de la práctica de escribir y dibujar con tinta en mis cuadernos. Me interesaron las filosofías y concepciones orientales sobre el arte, con las lecturas entre otras de François Jullien y François Cheng, el descubrimiento de escritores, poetas, pintores chinos y japoneses, la práctica del yoga y la meditación. Así que desde hace unos diez años trabajo principalmente con tinta china, inspirada en la forma oriental: barra de tinta, pincel de calígrafo, papel de arroz, maruflaje. Pero, siendo un pintor occidental, también me gusta usar tinta sobre lienzo, combinada con uno o más medios (óleo, acrílico ...). Vi la tinta como un hacer, un camino, un camino. Como el paseo por el jardín chino, requiere un espíritu de desapego lleno de presencia. Requiere dejar ir el contenido, un dominio incontrolado. Permite que el tiempo sea domesticado para que sucedan las cosas que vendrán, ola tras ola, respiración tras respiración, serie tras serie.