Jim Delarge

Jim Delarge realiza un trabajo singular. Ni un aire de deja vu, ninguna afiliación a un movimiento artístico específico, ningún deseo de apegarse a una moda. Es un universo muy personal, una deriva alucinante hacia territorios de ensueño. Sus complejas pinturas dejan entrever la cara sumergida de un iceberg, la profundidad particular del personaje del artista. Delarge crea una pintura confusa, con títulos inusuales (El locuaz confusionismo de la complejidad plurívoca o Las chicas de la plaza eran traviesas y justas, sobre todo María, sobre todo María !!! por ejemplo). Estos títulos surrealistas participan en el intento de desestabilización que el artista emprende frente a su espectador, como las extrañas y caprichosas criaturas que habitan sus coloridas pinturas y que literalmente nacieron allí. De hecho, Jim Delarge les da forma, los transforma, les quita elementos, frota, raspa y lija las áreas que ha pintado previamente; los da a luz a lo largo de las decenas de sesiones necesarias para que aparezcan sobre la superficie lisa y barnizada del cuadro. El artista es seguidor de una metamorfosis que nunca pudo detenerse, superponiendo capas de laca sobre paneles medianos, sutiles esmaltes de poliuretano, pintura gliceroftálica, pigmentos, óleo, plomo y pastel, a menudo terminados con spray. Es una mezcla complicada, una alquimia iniciática, como su universo, un milhojas compuesto de fantasías y preocupaciones, presa de la represión de una belleza amenazadora.