Xavier Prieur

Xavier Prieur está fascinado por el material, su porosidad, su rugosidad, nunca deja de manipular mal su lienzo. Desgarra, tritura, amasa, acumula y superpone todo lo que el hombre produce y consume, carteles, páginas de libros, revistas, especias, frutas... Xavier fija lo efímero, lo perecedero, incansablemente. Rasga y rasga los lienzos, desnuda y violentamente los marcos para repararlos y volver a montarlos. Su obra nos deja la impresión de una curación salvadora o de una herida que se abre de nuevo para revelar el pasado. En todos los casos, el artista parece decirnos que nada es definitivo. En transición.

Sin embargo, de la repetición nace una constante tranquilizadora, una referencia, lo opuesto a lo provisional, que tranquiliza y calma la preocupación. Cuanto más se repite, más parece protegerse del brillo de la vida.

El artista intenta desesperadamente capturar un momento cuya huella queda atrapada en la materia de su lienzo. La obra de Xavier Prieur se asemeja a una lucha, una lucha atemporal: aprovechar el desbordamiento, dejar una huella, componer y recomponer en el tiempo. Hay algo terrible en estas pinturas, algo que refleja nuestra impotencia para defendernos del destino. Xavier negocia. Trabaja rápidamente, durante mucho tiempo, presionado por lo que tiene que decir, para preservar, para exorcizar, un tiempo que pasa, una tragedia.