Aidan Salakhova

Aidan Salakhova casa el Islam de Asia Central con sus influencias feministas occidentales. De origen azerbaiyano, educada en Europa del Este, combina sus dos culturas. En su serie de “Miniaturas persas”, representa delicadas figuras femeninas veladas, donde la ausencia de los hombres acentúa la opresión invisible e interior. Los dibujos son planos, los sujetos anónimos, casi estilizados. Estos gouaches muy cincelados se inspiran en miniaturas persas, libros históricamente privados. Permitieron a los artistas expresarse con más libertad que en el arte mural, prohibido a la representación humana. Aidan abandona el mundo de los colores vibrantes, los cuentos de hadas y los jardines perfumados por imágenes simples y contrastantes apenas realzadas en color. Son como frases ilustradas, poemas con tanto impacto como sus esculturas de mármol blanco y negro. Salakhova juega con la capacidad de las imágenes para representar una multitud de signos. Una primera lectura denuncia la posición de la mujer dentro de las convenciones sociales establecidas, la sumisión, el uso del velo. Alterna las fuerzas femeninas y masculinas al desviarlas. Sus símbolos como la calabaza, (útero y fertilidad), los minaretes (fe y poder), el agua que lleva vida y pureza. Mezclando oraciones y significantes sexuales, intenta restablecer la sensualidad de Oriente en una cultura amenazada.