Soportes inusuales

Ninguna obra coincide con su criterio de búsqueda

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Soportes inusuales

La obra de arte se define muy a menudo por su soporte: en la historia del arte, se habla de pintura sobre lienzo o madera, de grabado sobre mármol, papiro, fresco o, más recientemente, de pintura corporal. En las artes plásticas, el soporte puede ser pasivo (neutro como la base de una estatua), activo (actúa sobre la obra modificándola, por ejemplo) o productivo (el pliegue del papel dibuja la forma). Así, los soportes de las obras siempre han sido parte integrante de la obra de realce, como la elección del marco, que hace del lienzo un cuadro. 

Ya en el Paleolítico, la arcilla moldeada se cocía, cambiando de color y de material, y a veces dando lugar a obras insólitas, como uno de los autorretratos de Gauguin en una maceta en el siglo 21, que se convirtió en una Pot de Tabac (maceta de tabaco) debido al colapso del material durante la cocción. Del mismo modo, dibujantes, pintores y acuarelistas se han deleitado con todo tipo de soportes, como los monjes que dibujaban en los márgenes de los manuscritos que se encargaban de copiar, constituyendo así una antología de marginales que documentan la vida cotidiana medieval. Hoy en día se utilizan medios más modernos, como los monopatines, grabados, pintados y despojados de sus ruedas, como hacen, por ejemplo, los artistas del colectivo Bad Ass. Así, los monopatines se convierten en populares objetos de diseño conceptual, de mobiliario o de decoración, que resultan a la vez poco convencionales y lúdicos. Las prácticas artísticas están cambiando, las fronteras están desapareciendo y el arte moderno de los artistas visuales está invadiendo la esfera doméstica. 

Pero al final, todo esto sigue siendo muy convencional. Pero el arte no es convencional, y menos aún el arte contemporáneo. La tormenta del ready-made iniciada por Marcel Duchamp en 1917 con su Fuente sigue resonando en nuestros artistas contemporáneos después de más de un siglo. Si la cosa se convierte en una obra de arte a los ojos del artista, ¿por qué no invertir todos los objetos de nuestra vida cotidiana?

El arte y el imaginario ya están invadiendo las señales de tráfico, los muros, las aceras, los espacios públicos... Cuando estos reconfortantes marcadores del orden se etiquetan, se repintan, se modifican, se burlan, lo cotidiano se transforma.

¿Qué pasaría si este principio de burla se aplicara a los recibos de compra, a las latas de refresco, a los extintores, a las maletas? Reinventar el significado de estos objetos convirtiéndolos en soportes de obras de arte alteraría el orden establecido. 

...Y el anagrama se verificaría, de la cosa nacería el caos.

Sin embargo, no hay que asustarse en la selección de obras que sigue. Por el contrario, ¡de estas abstracciones surgen nuevos significados! El gigantismo pop de Petros Chrisostomou invita al espectador a revalorizar el lugar que ocupan ciertos objetos en nuestras vidas: pares de zapatos, teléfonos... La fotografía abstracta y singular de Guillaume Lamazou nos plantea la pregunta: "¿Qué es la ropa? Nuestra piel social y fluida para los psicoanalistas, un objeto cómico para Bergson, una herramienta de seducción que fascina si nos creemos ciertos programas de maquillaje de la televisión... o un objeto de arte aquí, un medio insólito para el cuestionamiento del caleidoscopio y un cierto divertimento. 

En definitiva, ya no es tanto el arte el que cuestiona su medio como el medio el que cuestiona el arte: los artistas aquí presentados cuestionan los contornos del arte, la escultura, la pintura, la fotografía, el dibujo, la edición.... para que los objetos puestos en forma de arte dibujen las nuevas formas del Arte. 

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