Mitología

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Mitología

La mitología no existe. Por otro lado, existen mitologías, múltiples y misteriosas, fuentes de fascinación y terror a través de los siglos. Partiendo de Egipto, pasando por Grecia y Roma, el iniciado se encontrará transportado a Escandinavia, la cuna de los mitos celtas. Como el arte siempre ha estado vinculado a las creencias, es natural que cada una de estas mitologías tenga sus propios códigos estéticos y prácticas culturales. Sin embargo, es la mitología grecorromana la más ilustrada a través de los tiempos, constantemente imitada y admirada. Con el paso del tiempo, se ha convertido en una fuente inagotable de inspiración para los artistas, permitiendo crear referentes comunes para los individuos, facilitando la interpretación de sus obras. Hoy en día, la mitología puede encontrarse en todas las formas artísticas posibles e imaginables. Aparte de la Antigüedad, durante la cual era la norma, la mitología grecorromana pasó a primer plano en el siglo XV. Por definición, durante el Renacimiento es bueno imitar a los clásicos recuperando sus códigos y alegorías. Un ejemplo arquetípico de la época es la Venus de Botticelli y su esplendor virginal. Venus, de hecho, es una de las figuras más apreciadas por los artistas, inspirando entre otros a Ingres para su Gran Odalisca o la Olimpia de Manet. Más recientemente, es la Venus de Milo la que ha sido secuestrada, especialmente por Hans Peter Feldmann y Jim Dine. Desde el siglo XVI hasta el XVIII, la pinturamitológica simboliza un mundo ideal para los artistas, nostálgicos de la unidad perdida entre el hombre y la naturaleza. Instrumento de propaganda política, la mitología permite la glorificación de los monarcas y de su corte, sincretizada en estas pinturas alegóricas. Para los estetas, por último, el motivo mitológico cataliza una cierta sensualidad al servicio del ideal de belleza pura y de las pasiones locas que busca el artista. Impulsada por las reflexiones simbolistas de Gustave Moreau, la mitología se convirtió en un poderoso vector filosófico a finales de la Belle Epoque. En el siglo XX, Klimt se sintió fascinado por la estética griega en su representación de la figura femenina. Sensual y carnal será su Dánae, mientras que Palas Atenea encarna a la mujer del poder. Espejo de su propia condición, pinta a Safo como una artista melancólica. En el siglo XXI, grandes nombres como Jeff Koons en sus Gazing Balls y Banksy; a través de sus esculturas reutilizan la estética de la estatua helénica. El artista estadounidense Adam Reeder, por su parte, se reapropia de la mitología en una perspectiva de crítica social, representando a dioses y héroes griegos que interactúan con productos de Apple. También en la fotografía, el mito inspira. La serie "Pinturas" de Kimiko Yoshida retoma obras famosas como la Venus de Veronese y les da un aspecto futurista. Por último, vemos a las Madres de Louise Bourgeois invadiendo ciudades de todo el mundo, una adaptación agridulce del mito de Aracnea. Para nuestros contemporáneos, los códigos de la mitología son por tanto más relevantes que nunca en la reapropiación del arte. Es probable que la herencia de los Antiguos no esté a punto de caer en el olvido, sobre todo desde el retorno en vigor de las leyendas celtas a través de la popularización de la épica fantástica en particular en el cine.
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