Michel Morin

Algunos aspectos de mi enfoque.

Llegué a pintar a través de la música.

Como estudiante en el Conservatorio, a veces veía la partitura musical como una pintura. La distribución, sobre el espacio en blanco de la partitura, de sus notas, sus figuras de silencio, sus pentagramas, sus compases y marcos, sus teclas, flechas, espirales, círculos, appogiatures, sus martilladas, breves indicaciones de ejecución, prolongadas, Grados verticales, horizontales de sonidos repentinamente puntuados, en ciertas partituras contemporáneas, con una deslumbrante mancha de color, todo esto me dio ganas de pintar. Me pareció que había perforado los misterios del espacio pictórico en la página musical.

Sucumbí a esta intuición, a esta revelación como a un impulso visceral. Me comprometí a plasmar en el lienzo estos ritmos, estos sonidos, estos gritos, estas alegrías, estos dolores, estos silencios, estas superposiciones, estas corrientes diáfanas o estas transparencias, porque la música los contiene todos. Como ella tiene su lenguaje corporal. Su color. Su claroscuro. Sus climas. Como la obra pictórica.

Desde que pinto, encuentro el gesto de la escritura musical. Todo el abanico de matices, frases, el de sus ritmos, síncopas o latidos. Y la paleta cromática de tonalidad o atonalidad.

Todos los signos mágicos de la construcción musical han cambiado. Las figuras sonoras se han convertido en las del lenguaje pictórico. Generan la sustancia y las formas distribuidas en el espacio del cuadro. Obra de arte. Ofrecido para la reflexión. En diálogo con el espectador.

La música habrá dado a luz a la pintura en mí.